domingo, 28 de junio de 2020

"No te creo" (Reseña: Filadelfia)

1993, pareciera que nos divide un siglo desde 1993 y son apenas ¿qué?, ¿27 años?... ¿en serio es tan poco tiempo?

Este es el mes del Pride y creo que ameritaba empezar a cerrarlo con una buena película, de esas que hizo que el mundo se abriera sólo un poco y pensara diferente, creo que en ese sentido he elegido bien, ustedes me dirán; en 1993, el director Jonathan Demme nos obsequió un guión de Ron Nyswaner, de la mano del magnifico siempre y quizá más aquí, Tom Hanks. Voy a ser sincera, yo no la había visto, no hasta ahora que escribo la reseña, esta noche de abril... y verla ha acabado por decirme facilmente porqué es tan apreciada y Tom Hanks tan adorado... ya no se diga Denzel... que es guapo y además genial en su papel...


Pero bueno, hablemos un poco de lo técnico y más de la película, Philadelphia, estrenada en 1993, ya hablamos del guión y del director, también de los actores principales, además cuenta con una buena colección de música acorde a la narrativa y el color y la imagen son geniales; hay que comentar que la película demás fue nominada a numerosos premios, tanto Globos de Oro, como Óscar, siendo ganadora de aquellos que tienen que ver con la actuación de su actor principal, Hanks, quien bástese ver la calidad de su personificación, para entender la facilidad con que ganó los premios.

Pero hablemos menos de los tecnicismos y vamos más a la trama, la historia es simple, o mejor dicho, es cotidiana y común, más sonada de lo que quisiéramos hoy día, aunque claro, ya los casos de discriminación a este nivel escasean más que nunca, ya somos más abiertos y mucho menos intolerantes; este es Andy, un abogado muy respetado y preparado, talentoso e inteligente, que trabaja para una gran firma de abogados en la ciudad de Filadelfia, lleva su trabajo con orgullo y se desarrolla como una brillante promesa litigante.

Aunque gana numerosos casos y se mantiene como un buen prospecto a superarse y llegar incluso a socio, algo ocurre en su camino, un buen día le dan una noticia genial, le otorgan una cuenta importante y le anuncian que escalará a socio, ponen sus jefes toda su confianza en él y le alientan a crecerse más; en medio de esa gran cuenta, en medio del trabajo más importante que le han dado, Andy se empieza a sentir mal, pronto tiene en su rostro unas marcas que no puede ocultar y nada más entregar el trabajo en el que tiene concentrado diez días, Andy es despedido de su empleo, porque obviamente sus patrones se han dado cuenta de que tiene SIDA.

Él ya conocía a Joe, un abogado con el que había trabajado anteriormente como litigantes contrarios, así que vuelve a buscarlo para que le ayudé a demandar a sus viejos jefes por discriminación; Joe sin embargo no es más que un machista, homófobo que no tolera a gente como Andy y que tiene terror puro de siquiera tocarlo, así que sin más rechaza el caso e incluso tener cercanía con él. El tiempo pasa y por azares del destino, Joe vuelve a encontrarse a Andy en la biblioteca pública, donde ve de frente justo lo que él ha hecho: discriminarlo; ante la panorámica de conocer lo que Andy está pasando, Joe cambia, decide ayudarlo y llevar su caso.

La cinta es un trabajo elaborado, refleja quizá uno de los problemas más grandes a los que se enfrenta la comunidad homosexual en el mundo, en los 90's y todavía hoy, la enfermedad, el temor de los que no entienden, el terror de los que no conocen y por desconocimiento odian, repelen y discriminan; hoy vivimos en un mundo más abierto, más pleno, más informado, pero aún hay sectores de la población y regiones y países enteros en los que la homosexualidad es vista como algo malo, y no sólo eso, sino como fuente y merecedora de males y enfermedades como el SIDA.

Todavía hoy hay personas que piensan que el SIDA es el castigo a los diferentes, a quienes no sienten como todos... a los que son distintos.

Películas como Filadelfia, nos demuestran que hay mucho porqué luchar todavía, un día al año, un mes al año no remedia que aún haya chicos y chicas que se esconden de sus padres y familias para amar, que temen entrar a un café o un bar, por lo que puedan decir o por quién les pueda ver dentro; hemos crecido, madurado y aprendido, pero nos falta mucho todavía, todos los días. Siempre.

Con esta cerramos el Pride este año en la Osezna... que sea una forma de honrar a los que se han quedado en la lucha o a los que siguen en ella; luchemos por ellos todos los días, luchemos desde la propia trinchera. Vean esta película, disfrútenla, yo le doy un 9.9... lo merece y se lo gana.

Y por favor, amen... no hay nada más que importe o se necesite, nada. Sólo amen. 

Y punto.



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