viernes, 29 de marzo de 2019

"Meche, chance para los que trabajan" (Mujeres Asesinas, México S03E04)

"Cuando a tu marido se le antoje acostarse con tu hija
deténsela tú, para que se quede bien quietecita..."

Elvira y Mercedes justicieras


Este es uno de esos capítulos incómodos, no tanto porque no esté bien hecho sino por la temática, ¡ah las mujeres solas y vulnerables pueden llegar a ser tan estúpidas!, en serio, es más tendría que ponerlo con mayúsculas, pero mejor me lo ahorro un poquito; total, que es de los que se tienen que ver porque son obligados y porque sale Yolanda Andrade, ¡Yolanda!, así que antes que pase otra cosa, vámonos directo al capítulo y a su trama enredada.


Elvira y Mercedes son hermanas, Mercedes (Aleida Nuñez) se vino de su pueblo a la ciudad cargando su montón de hijos y su nuevo amor, que no es otro que un flojonazo de nombre Domingo (Adal Ramones) que busca trabajo sentado en una silla tomándose una caguama; Mercedes tiene muchos sueños, entre ellos conseguir una mejor vida para el chiquital que ya tiene y para el bebé que está esperando, mientras va ubicándose con su hermana Elvira (Yolanda Andrade) que trabaja cuidando un edificio. El asunto es que Elvira desde que ve al flojonazo de Domingo, se huele que el hombre es un vividor de primera y no está equivocada, además se presiente que las cosas van más allá de eso, cuando ve a la hija mayor de su hermana: Lupita.

Y es que la chica tiene la apariencia del perrito apaleado desde que aparece la primera vez en la pantalla, se muerde constantemente, se retuerce las manos y parece que acabara de salir de un campo de concentración donde pasó apenas unos cuantos días; a leguas se le ve traumatizada y nerviosa, a leguas se huele que algo anda mal, pero claro, Mercedes ni lo nota, mientras Elvira hace lo que mejor le sale: hablar, advertir, señalar.

Pero nada más.

Claro, como tía de la muchacha, pues no es como si le correspondiera hacer algo, además lo intentó, vaya que sí, dándole pretextos a la chica de no estar cerca de Domingo, porque ella nota que el sujeto en cuestión mira a su sobrina de forma poco sana y honesta, así como que la chiquilla se pone peor de mal cuando está cerca de él; aunque Mercedes insiste en que es la mente enferma de Elvira la que ve esas cosas, todos nos damos cuenta que hay algo más, la confirmación de esto viene cuando la tía, decidida y aguerrida va y denuncia al tipo, valiéndole la hermana y cualquier cosa que diga. Pronto queda detenido por violación y aunque Mercedes le cree más a él que a su hija, Lupita y Elvira forman una trinchera en su contra, alimentada de un lado por miedo y necesidad de paz y por el otro lado por odio y rabia ante los abusos.

Y así se confirma el temor de Mercedes y las sospechas de Elvira cuando los médicos legistas mandan los resultados de las pruebas hechas a Lupita, donde no sólo se confirman las violaciones constantes, sino además un embarazo; la rabia que Mercedes siente al saber que frente a sus narices el hombre que amaba abusaba de su niña, es mayúscula y se ve incrementada por el desconsuelo que también siente Elvira. ¿Fue lo mejor que pudieron hacer lo siguiente?, no, pero poco se puede hacer cuando lo que se tiene delante es puro y visceral desprecio.

Decididas a acabar con Domingo a como dé lugar, Mercedes se decide a acabar con su vida el día de visita en la cárcel, luego de recordarle que la engañó, que le juró que no era cierto de lo que le acusaban; el final de Domingo es por demás acorde a sus acciones, trágico y merecido.

Creo que es de los capítulos en los que uno aplaude el asesinato, no debemos aplaudirlo, lo sé, pero un violador de niños... merece que le saquen la piel lenta y gentilmente hasta que no le quede rastro alguno de ella, claro, todo sin anestesia alguna, sólo a manita dejándole sentir todo a flor de piel, literal; quiero rescatar las actuaciones de las dos mujeres acá, claro, también la de la chavita, pero más la de Aleida y la de Yolanda, por un lado, Yolanda nos hacer recordar que actúa y de qué modo, su desesperación, su creciente frustración al ver que su hermana permite que ocurran las cosas más enfermas a su alrededor, a su hija, saber que podría impedirlas y no lo hace... en serio, dan ganas de darle de bofetadas a la Aleida.


Y justo eso, Aleida, como la mujer enamorada, boba y estúpida que accede a que esas cosas pasen ahí, que no ve porque no quiere ver, es como muchas madres que no conceden, pero permiten que esas aberraciones (ojo, estas si son aberraciones, no otras cosas) ocurran en su casa, bajo su techo, a sus hijos.

Al capítulo le doy un merecido 9.7, vayan a verlo, porque en serio que vale la pena.

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