Se llegó el final de la Temporada, quizá de la serie incluso, no lo sabemos, porque aunque mucho se ha dicho de que habrá segunda temporada, no sabemos nada de que Daniel Giménez Cacho y compañía, estén filmando la segunda parte; en lo personal, el final de este capítulo y con ello de la serie, al menos a mí me dejó buen sabor de boca y creo que si no hubiera segunda temporada, la cosa queda perfecta también.
Acá viene la narración del momento más importante del movimiento, el instante en que la lucha social se tiñó de rojo, cuando los sueños y las esperanzas valieron; los estudiantes no sabían de guerra, no sabían de operaciones secretas o grupos de choque, mucho menos de organismos paramilitares, todavía menos de la lucha por el poder y la silla presidencial. En Rojo Amanecer lo dice muy bien Beto, el padre de familia empleado de Gobierno que quiere convencer a sus hijos de no ser revoltosos, de voz de Héctor Bonilla lo dice con claridad: No se dan cuenta que son conejillos de indias.
Y no, no se dieron cuenta que sólo eran caldo de cultivo, que al final del día a la maquinaria bien engrasada y demoledora del poder, no le interesan cinco o seis muchachitos de algún pueblo, de algún barrio pobre, estudiantes con libros bajo el brazo inspirados por una lucha social que prometía igualdad y libertad. Eso se ve acá... eso y que el poder es una serpiente traicionera, puede quedarse viéndote con complacencia, para luego tirarte la mordida más certera... la más venenosa y cruel. Pero vamos al capítulo, y cerremos esto.
Episodio Ocho y Final: Operación Galeana
El gabinete tiene el plan trazado, dos grupos militares tomarán la Plaza de las Tres Culturas el 2 de Octubre de 1968, entrarán sutilmente y arrestarán a todos los miembros del Comité Nacional de Huelga, en un movimiento envolvente y definitivo; el Batallón Olimpia, creado para resguardar la integridad de los Juegos Olímpicos y el Ejército Nacional, llevarían la batuta del evento, ellos entrarían bajo la señal de una bengala lanzada desde un helicóptero que sobrevolaría la plaza. Ordaz autoriza cuando Echeverría da el visto bueno a la operación... pero Ordaz no sabe de la otra operación, la que se está gestando por debajo del agua.
Me gustaría decir todo lo que ocurre, pero no podría y siempre preferiré que vean la serie, que vean este capítulo y traten de entender un poco más lo que ocurrió; esta no es la versión real, la real jamás podremos saberla, sólo los que estuvieron ahí pueden dar cuenta de ella, sólo los que la sobrevivieron y más tristemente, sólo los que no salieron de ahí, podrían explicar lo ocurrido. Los soldados entraron durante el mitín, los del Batallón Olimpia ya estaban en su sitio, los francotiradores también, del helicóptero no cae una sola bengala como todos pensaban, caen dos, ésta última no es verde, la última es roja; era la señal para los que tenían que disparar.
Los estudiantes no saben que hacer ante los primeros disparos y los que tienen la mente más ágil ordenan a los demás salir de la Plaza, huir, pero Beto, que ha estado orientando todo para que este momento ocurra contradice esa orden y asegura que son balas de salva, salvas que le pasan rozando y casi lo matan dos segundos después; el tiroteo es una locura, soldados y asistentes al mitín caen por igual, como moscas, sin control, heridos y muertos, azorados.
México se azora ante la verdad de lo que ocurre, ante el grito ensordecido por otros gritos de la juventud herida, pronto el movimiento se esfuma, como la sangre que se fue diluida por la lluvia de esa noche; Barrientos lo mira todo desde la Torre de Relaciones Exteriores, frente a la Plaza de las Tres Culturas, desde otro edificio, se filma todo lo que ocurre, se deja evidencia de las acciones concertadas, incluso de las que evidencian que no fueron los estudiantes los que iniciaron.
Tras la masacre, la detención y Beto identificando a cada líder, diciendo frente a sus ojos "Sí, este fue", "Sí, este es", cada cabeza del movimiento cae, casi todos presos, ahora ya todos mermados, el CNH es inoperante; cuando pasa todo lo del día dos de octubre, sigue acomodar las cosas, dos charlas ocurren acá que son importantes, por un lado la de Barrientos con su amante, donde es claro al decir "Esto soy yo, así me conociste y así te metiste conmigo" y eso es el sistema político nacional, así son las cosas aquí, sabemos cómo es y lo que tenemos que esperar, nada más.
La siguiente charla interesante es la de Ordaz y Echeverría, el primero lo deja claro, todo pasó porque nadie quería ser leal al país, nadie quería ser leal a lo que era que México tuviera unas Olimpiadas... se revela que Ordaz sabía de la idea de la masacre, y no sólo sabía, la aprobaba. El presidente es muy claro, había que dar un mensaje de poder, un mensaje de control y dominio, Echeverría piensa como él, ambos coinciden en esa idea, Tlatelolco fue lo necesario, lo justo, lo que se requería; Echeverría le promete entonces que no lo va a dejar solo, que sólo tiene que preocuparse ya por las Olimpiadas... como debió ser desde el principio y como debería hacer cada presidente.
Y cortamos a 1970... y al momento cumbre.
Echeverría es el nuevo presidente de México y tenemos a Barrientos como su segundo, su Secretario de Gobernación, aparentemente todo es felicidad, éxito, gozo; pero mientras están en la toma de protesta, uno de sus allegados informa a Fernando que han asesinado a Enrique y su familia en Boston... el rostro del Secretario es una joya, mira pavoroso a su alrededor en plena fiesta de la toma de protesta, incapaz de poder dimensionar lo que ha pasado, su éxito absoluto, su logro más ansiado se desmorona, se vuelve cenizas entre sus manos...
Alguien asesinó a su hijo, podría ser cualquiera de los ahí presentes que le miran con sonrisas, cualquiera de la larga lista de personas a las que manipuló para lograr su cometido, podría ser Ordaz, Echeverría mismo en una muestra de poder, pudo ser la CIA, los Comunistas... pudo ser Corona del Rosal... Pudo ser cualquiera. Y ahí está el gancho, ¿quién fue ese extraño enemigo?
Me atrevo a decir (y algunos me dirán vendida por ello), que esta serie logra justo aquí, en el último capítulo, hacernos caer en cuenta de lo verdaderamente importante de ella: es ficción; claro, se ha valido de cosas que ocurrieron, verdades que sabemos fidedignas, hemos visto documentos, hemos visto vídeos, hay miles, cientos de fuentes reales que confirman la veracidad de lo ocurrido en Tlatelolco ese día, la masacre de estudiantes ocurrió. Dicen que no fueron los miles que pensamos, que apenas fueron unas cuantas decenas de muertos, no importa, así hayan sido cinco, así hayan sido diez, la tragedia es real, existió. El crimen se cometió.
Lo diré, pero no en sentido peyorativo, esta serie es una farsa, por donde lo vean, eso es; lo es en el sentido de que nos esconde realidades entre una historia de ficción, el final de ella es el intento desesperado por decir "ah, pero acuérdate que esto no pasó en realidad, que sólo son hechos que pueden parecerse a la verdad"... el típico "cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia". Un extraño enemigo es la salchicha que envuelve la píldora para nuestro perrito que se siente mal, pero no quiere comerse la medicina a la buena, y hay que esconderla en algo sabroso, hay que meterlo ahí, fingir que no está.
Para alguien que no sepa de 68, esta serie puede ser la forma de enfrentarle a la realidad, de abrirle los ojos con unas gafas oscuras, hay una frase en Bojack Horseman que me mata, esa de que si miras a alguien con gafas rojas, todas las banderas de advertencia se ven del mismo color; justo ocurre así, hemos visto tanto sobre 68, hemos visto tanta violencia en México, hemos oído tanto de Ayotzinapa, de los dos chicos de Monterrey "armados hasta los dientes", de Apatzingán, de Tlatlaya, que cuando vemos algo más, pensamos que es normal. Esta serie nos permite decirle a esos que lo normalizan: miren, vean lo que hay detrás, la verdadera tragedia, la muerte, la sangre, las consecuencias...
Las banderas siempre las vamos a ver rojas, pero mínimo sabremos que son rojas, las veamos o no. El capítulo final de esta serie se merece su buen 9.8, está bien hecho, bien pensado y cierra la historia como debe de ser; se rumora mucho que Un extraño enemigo tendrá segunda temporada, dicen que se enfocará a la Guerra Sucia y el año 1971, abarcando quizá hasta los eventos del Jueves de Corpus y el Halconazo... a mí me encantaría ver eso, en serio que sí, de hecho lo ansío bastante, pero no creo que ocurra.
Me da más la impresión de que lo dejarán hasta ahí o que pasarán todavía buenos años antes de ver esa segunda temporada... veremos qué ocurre; por lo pronto, me permito darle a toda la serie un merecido 9.8... no es perfecta, pero estuvo cerca de serlo. No la vean como algo con fidelidad histórica, véanlo como entretenimiento educativo, tómenla como lo que es, un pretexto para evocar un momento aciago de nuestro país, un aliciente para que se informen, para que investiguen, para que recuerden. Y traten de trabajar por este México, que los que acabaron tirados en esa Plaza de las Tres Culturas ya no pudieron conocer... que intentaron cambiar y porqué no decirlo: no lograron hacerlo.
Los veo en la próxima.
Me gustaría decir todo lo que ocurre, pero no podría y siempre preferiré que vean la serie, que vean este capítulo y traten de entender un poco más lo que ocurrió; esta no es la versión real, la real jamás podremos saberla, sólo los que estuvieron ahí pueden dar cuenta de ella, sólo los que la sobrevivieron y más tristemente, sólo los que no salieron de ahí, podrían explicar lo ocurrido. Los soldados entraron durante el mitín, los del Batallón Olimpia ya estaban en su sitio, los francotiradores también, del helicóptero no cae una sola bengala como todos pensaban, caen dos, ésta última no es verde, la última es roja; era la señal para los que tenían que disparar.
Los estudiantes no saben que hacer ante los primeros disparos y los que tienen la mente más ágil ordenan a los demás salir de la Plaza, huir, pero Beto, que ha estado orientando todo para que este momento ocurra contradice esa orden y asegura que son balas de salva, salvas que le pasan rozando y casi lo matan dos segundos después; el tiroteo es una locura, soldados y asistentes al mitín caen por igual, como moscas, sin control, heridos y muertos, azorados.
México se azora ante la verdad de lo que ocurre, ante el grito ensordecido por otros gritos de la juventud herida, pronto el movimiento se esfuma, como la sangre que se fue diluida por la lluvia de esa noche; Barrientos lo mira todo desde la Torre de Relaciones Exteriores, frente a la Plaza de las Tres Culturas, desde otro edificio, se filma todo lo que ocurre, se deja evidencia de las acciones concertadas, incluso de las que evidencian que no fueron los estudiantes los que iniciaron.
Tras la masacre, la detención y Beto identificando a cada líder, diciendo frente a sus ojos "Sí, este fue", "Sí, este es", cada cabeza del movimiento cae, casi todos presos, ahora ya todos mermados, el CNH es inoperante; cuando pasa todo lo del día dos de octubre, sigue acomodar las cosas, dos charlas ocurren acá que son importantes, por un lado la de Barrientos con su amante, donde es claro al decir "Esto soy yo, así me conociste y así te metiste conmigo" y eso es el sistema político nacional, así son las cosas aquí, sabemos cómo es y lo que tenemos que esperar, nada más.
La siguiente charla interesante es la de Ordaz y Echeverría, el primero lo deja claro, todo pasó porque nadie quería ser leal al país, nadie quería ser leal a lo que era que México tuviera unas Olimpiadas... se revela que Ordaz sabía de la idea de la masacre, y no sólo sabía, la aprobaba. El presidente es muy claro, había que dar un mensaje de poder, un mensaje de control y dominio, Echeverría piensa como él, ambos coinciden en esa idea, Tlatelolco fue lo necesario, lo justo, lo que se requería; Echeverría le promete entonces que no lo va a dejar solo, que sólo tiene que preocuparse ya por las Olimpiadas... como debió ser desde el principio y como debería hacer cada presidente.
Y cortamos a 1970... y al momento cumbre.
Echeverría es el nuevo presidente de México y tenemos a Barrientos como su segundo, su Secretario de Gobernación, aparentemente todo es felicidad, éxito, gozo; pero mientras están en la toma de protesta, uno de sus allegados informa a Fernando que han asesinado a Enrique y su familia en Boston... el rostro del Secretario es una joya, mira pavoroso a su alrededor en plena fiesta de la toma de protesta, incapaz de poder dimensionar lo que ha pasado, su éxito absoluto, su logro más ansiado se desmorona, se vuelve cenizas entre sus manos...
Alguien asesinó a su hijo, podría ser cualquiera de los ahí presentes que le miran con sonrisas, cualquiera de la larga lista de personas a las que manipuló para lograr su cometido, podría ser Ordaz, Echeverría mismo en una muestra de poder, pudo ser la CIA, los Comunistas... pudo ser Corona del Rosal... Pudo ser cualquiera. Y ahí está el gancho, ¿quién fue ese extraño enemigo?
Me atrevo a decir (y algunos me dirán vendida por ello), que esta serie logra justo aquí, en el último capítulo, hacernos caer en cuenta de lo verdaderamente importante de ella: es ficción; claro, se ha valido de cosas que ocurrieron, verdades que sabemos fidedignas, hemos visto documentos, hemos visto vídeos, hay miles, cientos de fuentes reales que confirman la veracidad de lo ocurrido en Tlatelolco ese día, la masacre de estudiantes ocurrió. Dicen que no fueron los miles que pensamos, que apenas fueron unas cuantas decenas de muertos, no importa, así hayan sido cinco, así hayan sido diez, la tragedia es real, existió. El crimen se cometió.
Lo diré, pero no en sentido peyorativo, esta serie es una farsa, por donde lo vean, eso es; lo es en el sentido de que nos esconde realidades entre una historia de ficción, el final de ella es el intento desesperado por decir "ah, pero acuérdate que esto no pasó en realidad, que sólo son hechos que pueden parecerse a la verdad"... el típico "cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia". Un extraño enemigo es la salchicha que envuelve la píldora para nuestro perrito que se siente mal, pero no quiere comerse la medicina a la buena, y hay que esconderla en algo sabroso, hay que meterlo ahí, fingir que no está.
Para alguien que no sepa de 68, esta serie puede ser la forma de enfrentarle a la realidad, de abrirle los ojos con unas gafas oscuras, hay una frase en Bojack Horseman que me mata, esa de que si miras a alguien con gafas rojas, todas las banderas de advertencia se ven del mismo color; justo ocurre así, hemos visto tanto sobre 68, hemos visto tanta violencia en México, hemos oído tanto de Ayotzinapa, de los dos chicos de Monterrey "armados hasta los dientes", de Apatzingán, de Tlatlaya, que cuando vemos algo más, pensamos que es normal. Esta serie nos permite decirle a esos que lo normalizan: miren, vean lo que hay detrás, la verdadera tragedia, la muerte, la sangre, las consecuencias...
Las banderas siempre las vamos a ver rojas, pero mínimo sabremos que son rojas, las veamos o no. El capítulo final de esta serie se merece su buen 9.8, está bien hecho, bien pensado y cierra la historia como debe de ser; se rumora mucho que Un extraño enemigo tendrá segunda temporada, dicen que se enfocará a la Guerra Sucia y el año 1971, abarcando quizá hasta los eventos del Jueves de Corpus y el Halconazo... a mí me encantaría ver eso, en serio que sí, de hecho lo ansío bastante, pero no creo que ocurra.
Me da más la impresión de que lo dejarán hasta ahí o que pasarán todavía buenos años antes de ver esa segunda temporada... veremos qué ocurre; por lo pronto, me permito darle a toda la serie un merecido 9.8... no es perfecta, pero estuvo cerca de serlo. No la vean como algo con fidelidad histórica, véanlo como entretenimiento educativo, tómenla como lo que es, un pretexto para evocar un momento aciago de nuestro país, un aliciente para que se informen, para que investiguen, para que recuerden. Y traten de trabajar por este México, que los que acabaron tirados en esa Plaza de las Tres Culturas ya no pudieron conocer... que intentaron cambiar y porqué no decirlo: no lograron hacerlo.
Los veo en la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario