miércoles, 23 de agosto de 2017

The Keepers: La Red (06)


El documental se va desgajando y como puede verse a leguas y mi poca frecuencia en actualización e esta serie de entradas deja claro: lo cierto es que el documental es bueno para verlo de corrido, para enfrentar la historia de una, hilado y rápido... pero para verlo dos o tres veces, repasarlo y analizarlo, no; el documental es una historia en caliente, no puede uno quedarse más de tres días mirando el mismo capítulo porque podemos llegar a sentirlo lento o sin sentido, una de las buenas evidencias de esto, es la misma trama de él... algo falla hacia los capítulos cinco al siete.

Cuando enfrentamos el crimen en primeros capítulos, los primeros tres tienen el aire de densidad necesario para tenernos fijos al asiento, para desear saberlo todo, pero la aparición de un montón de sospechosos en apariencia lejanos al sistema conspirador del inicio, hace que pierda un poco el interés del comienzo; la historia es terrible, estamos hablando de una fábrica del espanto, como dijimos en la entrada anterior, pero en un principio conocemos a la organización detrás de ella, y para este capítulo ya no la conocemos. Ignoramos a la mano que mece la cuna, porque pareciera que el documental quiere hacer lo mismo que la policía encubridora y que el sistema solapador: el documental nos da otros sospechosos que no tienen nada qué ver, que no pudieron ser si quiera acusados y los que tenían verdaderos motivos, los que en verdad permanecían a un sistema con el poder y la presencia necesarios para encubrir y solapar... no son mencionados... se les deja escapar.


El documental emula la realidad del caso de la Hermana Cathy... el documental también desvía la atención de la iglesia y de los sacerdotes pederastas y se enfoca en hombres golpeadores que matarían a una monja sin motivo, sólo porque la vieron en la calle... parecen sugerir que quizá la iglesia los llevó a eso, que quizá les pagaron o indicaron que lo hicieran... pero la verdad es que el documental hace lo mismo: oculta, distrae.

En este capítulo aparecen autoridades haciendo el recuento de lo que se ha hecho, cómo se investigó y se examinó cada dato, al mismo tiempo, ahonda en la relación entre Cathy y el sacerdote, el hermano Koob, quien se supone estaba muy enamorado de ella, pero esto parece totalmente enfocado en desviar la atención, o al menos hasta que parece que este hombre no tiene una coartada y por un instante, el culpable es él; ya no hablamos del homicidio por ocultar la verdad de lo que pasaba en un colegio donde chicas eran sistemáticamente abusadas, sino de un homicidio pasional donde un sacerdote podría haber matado a la monja que le gustaba por alguna extraña razón.

Y además, aparecen acá aseveraciones de mutilación contra Cathy que nos dejan atónitos, completamente desconcertados por su naturaleza perversa... y no sabemos quién podría ser más perverso, la persona que mutilara a alguien así o la persona que pudiera haber pensado siquiera en esa posibilidad sangrienta y desagradable. Cada capítulo que avanzamos comprendemos el porqué realmente no llegó a nada la investigación, nos damos cuenta de que el encubrimiento ocurrió, pero en todos los sentidos, también nos damos cuenta de que la investigación se desvió por mil vías posibles sin tomar ninguna con clara seriedad o al menos, con evidente rigidez... son demasiados los sospechosos... son demasiadas las evidencias.

Pasamos por testigos y amigos impolutos que para este mundo se vuelven sospechosos de la familia y de los nuevos investigadores, así como tuvimos evidencia clara, la tenemos ahora manchada y difusa; el documental empieza a perder fuerza para el minuto 32... porque entonces ya no sospechas de la iglesia ocultando un crimen, ahora sospechas hasta de los amigos y familiares... o de desconocidos. Al paso que va, cualquiera podría haber matado a Cathy y los abusos, ni siquiera tendrían que haber sido incluidos en el caso, porque entonces nada los conectaba además de que una monja era el nexo.

El encubrimiento existe y cuando el documental regresa a evidenciarlo, es cuando realmente la información toma solidez, creo que quien vea este documental notará a leguas que hacia el final, la intención es... difuminarse, sí, ser objetivo en evidenciar que el homicidio de esta monja es un crimen que debe analizarse, que debe ser solucionado y por el que se debe castigarse a su responsable, pero lo cierto también es, que conforme nos acercamos al final, no se ve realmente una solución clara, una evidencia contundente de a quien culpan...

La duda perdura en cada persona que se relacionó con este caso... el espectador no agradece eso, no aprovecha eso... y esperemos que el último capítulo pueda dar algo más de luz a esta situación. 

La gran duda de este episodio es la carta, al parecer la hermana de Cathy recibió una carta días luego de su asesinato, pero ella y su padre confirman por el matasellos que fue enviada luego de su desaparición; conocer que esa carta podría contener algo referente a su homicidio hace que sea una evidencia relevante y quizá definitiva para el caso. Cuando sabemos que la carta desapareció de la oficina de la policía es que al menos yo regreso a sospechar de un sistema que presiona, de uno que cubre, de uno que insiste en encubrir el abuso por parte de personas de poder... y la carta no está, no existe. ¿Dónde está la carta?, ¿quién perdió la carta?, ¿por qué?

Hacia este punto, mantengo la calificación del capítulo anterior, dándole un 8.0... porque hay algo flojo por aquí, pero bueno... la serie es buena, se mantiene, sobrevive... pero necesitamos más información... mucha más información.

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