viernes, 16 de marzo de 2018

Citando: Crichton sobre el Tiempo


El tiempo, ¡qué cosa tan extraordinaria es el tiempo!, corre veloz cuando más queremos que se quede y que rinda, que se alargue y nos deje disfrutar de lo que tenemos alrededor; se arrastra lento y pesado cuando estamos pasando por algo terrible, cuando estamos en un sitio esperando, cuando no encontramos la forma de salir del atolladero o tenemos la necesidad de algo que no llega por mucho que esperemos por ello.





Cuando hablamos de tiempo y de sus connotaciones, muchas veces nos olvidamos de que no es lo mismo el tiempo que alcanza a comprender nuestro cerebro humano, frente al tiempo que mide otro ser vivo o cualquier otra ser en el planeta; no sentirá el tiempo de la misma manera la hoja de papel, como no lo siente la mosca, un pez o una montaña, correrá diferente para el río que como corre para el mar y sin duda alguna no será igual para un vampiro frente a como lo es para una persona normal.

Así mismo podemos jugar a que viajamos en él, a que le contemplamos con ojos diferentes y medimos su presencia, fingiendo que lo controlamos, que podemos siquiera darnos cuenta de los alcances que tiene o las metas que posee; pero el tiempo nos vuelve la cara muchas veces, puede ser aliado o villano, depende de cómo lo enfrentemos y qué esperemos de él.

El tiempo se mueve y se pasea de diferentes formas, se dobla a placer de sí mismo y se expande cuanto podamos imaginar, el tiempo puede ser infinito o breve hasta matar; y lo dice bien claro Michael Crichton en Jurassic Park:

—Parece algo así como distorsionado —dijo uno de los muchachos—. Pero no creo que sea el ordenador.
—No —dijo Grant —. Es más que el tiempo. Montones y más montones de tiempo.
Grant sabía que la gente no podía imaginar el tiempo geológico. La vida humana se vivía en una escala temporal por completo diferente: una manzana se ponía marrón en pocos minutos; los cubiertos de plata se ennegrecían en pocos días. Un montón de abono se descomponía en una estación; un niño crecía en una década. Ninguna de esas experiencias humanas cotidianas preparaba a la gente para que pudiera imaginar el significado de ochenta millones de años, la duración del tiempo que había transcurrido desde la época en que ese animalito vivía.

Y si el tiempo es para nosotros una cosa tan extraña y dúctil, ¿cómo lo será para el resto del universo?


*Crichton Michael, Jurassic Park, Edición en formato digital S/N

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