Dice cierta canción genialosa: Sin dolor no te haces feliz, sin amor , no sufres más. Y bueno, uno se queda pensando qué tan reales son esas palabras y cuando le ha tocado ver nada más el reverso del comal y el otro lado como que no más no se nos pasa por delante, pues acaba uno por creérsela... por casarse con esa filosofía; ¿qué tan cierto es que sólo sufriendo se obtienen cosas buenas?, para los cristianos es un pan de todos los días: si no purgas tus errores, no te purificas.
Sin dolor, no hay gloria.
Para enmendar y merecer cosas buenas hay que ser humilde, hay que ser bueno y en general, si te dan un bofetadón, hay que poner el otro cachete, te guste o no; pero, ¿a cuántos no vemos que ni ponen el cachete ni se aguantan y al contrario, bien que pegan y muy fuerte y les va a toda madre?, ¡pues a muchos!

Entonces la idea de dejar que la vida nos apalee, de dejarnos golpear continuamente en miras de ser siempre buenos ya no es tan atractivo y se aplica aquella que dice Joe Hill en una de sus novelas:
"La cruz era un símbolo del atributo humano por excelencia, la capacidad de sufrir. E Ig estaba harto de sufrir. Si había que clavar a alguien en un árbol, quería ser él quien sostuviera el martillo."*
¿Cuántas veces te hubiera gustado tener el martillo en la mano?, sí, hay que ser buenos pero no tarugos, no agarres el martillo si no quieres irte a los extremos... pero por lo menos, si no es por buena causa y no te convence el asunto de ser saco de box, quítate a la hora de que se deje venir la segunda bofetada.
Me parece que a veces Dios entiende, que con una sola basta y sobra.
*Hill Joe, Cuernos, 2010, Suma, México, p. 376
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