martes, 4 de diciembre de 2018

Le dicen Rocky, pero yo le puse Laika

Pues resulta que lo animalista ya me brotó más y me uní a una asociación a favor de los derechos de los perritos callejeros... oh sí, así que habrá más contenido de esto por acá... La historia de hoy tiene que ver con la perrita que apareció una mañana de domingo en mi casa, y fue bastante curioso el asunto de ver; era una cachorra aparentemente bien alimentada, limpia, sin pulgas y con las orejas más simpáticas que había visto en un buen rato. No es la de las fotos, esas son sólo para ilustrar.


Pues apareció la pequeña por mi casa y como ya bien saben, los conflictos en ella por mis perros son muchos, así que me pensé mucho el resguardarla, pero como era domingo y no tenía visita programada del implicado directo en esos disgustos, la resguardamos; anduvo por la casa muy contenta siguiendo a mis perras y comió a sus anchas, yo de inmediato la reporté a la asociación y nos dimos a la tarea de buscarle hogar. Curiosamente para la noche, era ya casi un hecho, un joven se apuntó, dijo que le gustaba y la quería adoptar, todo iba genial, aceptó firmar carta compromiso y documentos de adopción, incluso aceptó (con menos alegría, pero sí) la esterilización, lo que me tenía muy contenta... el problema fue cuando le pedí su domicilio para hacerle entrega de la nena.

Tontamente, hasta ese momento descubrimos él, los de la asociación y yo, que no era de nuestro estado (Zacatecas) si no de mucho más al sur (Chiapas) y que la adopción era entonces imposible; con tristeza vimos la oportunidad irse y empezó a entrarme la preocupación, al menos así estuve toda la noche y hasta buena parte de la mañana, cuando me avisaron de la asociación que una chica reclamaba a la perrita como suya.

De momento todos nos sentimos desconfiados, no tenía sentido que la cachorra hubiera recorrido una distancia tan larga hasta mi casa (casi un kilómetro hasta ella, pasando por despoblados), pero no podíamos de automático descartar la opción de que sí fuera la dueña, así que concertamos una cita y me lancé con la pequeña en brazos; mi sorpresa fue mayor, cuando llegué a la casa y las personas que me recibieron me dijeron que no habían notado su ausencia, la dueña de la perrita a la que había bautizado como Laika, estaba de viaje y se había enterado de que su perra andaba perdida por el facebook.

En cuanto los niños de la casa vieron a la cachorra la llamaron Rocky y la pequeña se volvió loca, la llevaron a su patio y me explicaron que la casa conectaba con cuatro locales comerciales y sin más, cuando iba saliendo para irme a mi casa, la susodicha chucha se salió por uno de los locales, sin que nadie nos diéramos cuenta; se despidió de mí muy contenta y sugerí que cuidaran el asunto de sus áreas de escape. Creo prudente añadir que un par de días después pasé de nuevo por el lugar y me encontré a la perrita con sus dueños muy engalanada con un bonito suéter, perdí mis dudas de que no la cuidaran, se veía gorda, feliz y dormilona, además súper mimada y chiquiada...

Así que así vamos con las anécdotas de la asociación... pequeñas historias quizá sin mucho chiste, pero con finales muy felices.

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