jueves, 8 de noviembre de 2018

"Shhh shhh cállate, cállate" (Mujeres Asesinas, México S02E11)



"Y así desde hace años,
lo mismo siempre, una pesadilla
que no termina nunca, sólo mi 
niña me ayuda a seguir delante, sólo ella."



María, pescadera

Quizá una de las cosas más difíciles de enfrentar es el acoso laboral, no sólo el de un patrón controlador que busca obtener algún beneficio sexual, ya sea la mera contemplación o el real acercamiento con una empleada, sino también el acoso de los compañeros y jefes que abusando de su poder, buscan humillar, sobajar y dejar en nada a sus compañeros de trabajo, a sus subordinados; en el caso de María (María Sorté) la pobre no sólo tenía que lidiar con un patrón que le había puesto el ojo encima, sino también con una ex mejor amiga que ahora hacía hasta lo imposible por fregarla.

Cuando se vive bajo semejante presión laboral, la suma de la escasez económica y la enfermedad de un hijo, son sólo aspectos que acaban por demoler más la cordura de cualquiera, la estabilidad física y emocional se van a la mierda y no queda más que o aceptarlo y sufrir calladamente o detonar; María tiene una hija con cierta parálisis, además padece de artritis en sus primeros síntomas y una tendonitis que no hace sino aumentar a cada día ahí, metida en su puesto de pescado. Hablamos de una mujer que debe trabajar todo el día cortando pescado congelado, en contacto con hielo constante, de pie, exhausta y que además tiene que lidiar con las miradas enfermizas del patrón, las agresiones verbales y críticas mordaces de la jefa inmediata y la carencia de dinero.

El asunto va de mal en peor, María no sabe qué hacer cuando se ve metida en una apuesta, sí, así como lo oyen, sus dos patrones, amantes además, se enfrascan en una competencia, ella dice: la fastidiaré hasta que acabe por reventar y deje el puesto y él dice: pues sí, hazlo, pero antes de que se vaya del mercado y me deje el puesto, me la tiro.

Sí, así de enfermo el asunto, así de desagradable, cruel y despiadado, con ese cinismo se mueven las personas que con un poco de poder se vuelven rastreros y miserables; María no sabe qué hacer, necesita reposo y descanso, necesita pasar más tiempo con su hija que ya es una adolescente, pero no puede darse el lujo de dejar de trabajar, no tiene a donde hacerse... y la tragedia está ahí, a su alrededor, entre cada estante de hielo, bajo la barra del mercado, sobre la báscula en que pesa la carne que vende.

Y sí, esto acaba como tiene que acabar.

La calificación que le doy a este capítulo es de 9.3, es buena historia y las dos protagonistas, la buena y la mala, se lucen en sus actuaciones, María Sorté por su lado hace de la típica mujer abnegada del país, esa que se parte el lomo todos los días, esa que se mata día a día frente a gente negligente y desconsiderada, con tal de traer el pan que comen sus hijos cada noche en la mesa; y todavía hay tantos hijos que reniegan de sus madres, que se avergüenzan de ellas y no saben valorarlo, no saben verlo como lo que es: más que un sacrificio, una entrega total.

Vean el capítulo, no se lo pierdan, porque si no les encanta la Sorté acá, les apuesto que Azela Robinson, como buenísima villana que es, sí les convence.


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