"No aclares,
que oscureces"
que oscureces"
Había una vez una mujer que se dedicaba a la maquila de ropa todos los días, siempre y bajo presión, en un taller improvisando dentro de su casa, apoyada apenas por un par de personas, esto porque tenía que mantener a su marido, ese hombre del que se enamoró perdidamente, que era bueno, amable y gentil y al que debía mantener ahora ella sola porque había quedado paralítico producto del impacto de bala que recibió durante un asalto; así pues, Emma vive atada por la culpa, por el no saber cómo enfrentar la situación a la que le ha orillado una pobreza crónica, extrema.
Mario (Héctor Suárez) ha decidido que no puede hacer absolutamente nada, ni siquiera ayudarle a Emma (Verónica Castro) para levantarse al baño, no es capaz ni de incorporarse en la cama, mucho menos de limpiarse el trasero, pues depende del todo de ella, más en un ánimo de joderla, que de en serio estar enfermo; Emma tiene que enfrentar el hecho de que abusen de ella porque es mujer, de carácter débil y buen corazón, Mario encuentra en ello todo un mundo de posibilidades, que le permite explotarla no sólo emocionalmente, sino también económica y moral.

Primero es el maltrato verbal, el psicológico y luego también el pasearle por la casa a una supuesta masajista que según, es lo único que lo hace sentir bien, pero que se ve a leguas en realidad es una oportunista que se aprovecha de la situación; Emma busca apoyo en un buen amigo, desinteresado y amable que sin pedirle nada a cambio le da su amistad y su apoyo. Confundida, humillada y puesta a prueba constantemente por un hombre que la juzga constantemente, Emma empieza a desvanecerse, envuelta en desconcierto, desconsuelo y desamor; no es una mala mujer, simplemente está sometida a demasiado dolor, demasiada culpa y sí, demasiado maltrato.

Emma arroja un galón de petroleo sobre Mario, y sin misericordia, echándole en cara todo lo que le gritaba a ella, le echa encima un cerillazo, así de simple, de un tirón... ¿merecido?, tendrán que verlo para decir si es así o no, ¿tragedia?, claro que lo es, cualquier vida que se pierde lo es, ¿justicia?... bueno, la justicia viene de arriba, pero de vez en cuando, se hace por propia mano y se hace de forma definitiva y tajante.
Ver a Verónica Castro siempre será un agasajo, es una belleza, actriz de las buenas, de las de antes, el llanto le sale natural, las muecas de aflicción, la profundidad de las miradas... incluso el verla en andrajos, canosa, desalineada y sufriendo por todo, es un golpe de sensibilidad pura; recomiendo que vean este y lo disfruten con calma, además, es el final de temporada y vale la pena que lo revisan con tiento, porque cierra muy bien.
No lo había comentado, pero para hacer estos comentarios, me basé no en el orden en que vi los capítulos, sino en el orden en que aparece la lista de episodios en la inmensidad esa de la Wikipedia, por si quieren ahí checar; este capítulo se merece un buen 9.7, pronto podré poner el concentrado de capítulos en cada entrada, para que puedan moverse al que más les guste o interese. Espero que les sirvan estos comentarios y que estén pendientes, porque así como reseñé esta temporada, me voy a lanzar a la dos y verán que valdrá la pena.
¡Nos vemos pronto!
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