viernes, 22 de junio de 2018

"Y no te imaginas para qué" (Mujeres Asesinas, México, S01E11)

"¿Sabes a qué vino, Cristina?, 
yo te lo voy a decir, vino a escupirme en la jeta."

Cristina, rebelde

Justo cuando uno creía que Daniela Romo iba a ser en nuestra cabeza la eterna "Yo no te pido la luna" en que hasta oírle el al hacer el amor era como super intenso, aparece este capítulo de Mujeres Asesinas para recordarnos lo que decía Raúl Velasco: Aún hay más. Y es que acá nos encontramos a una Daniela Romo totalmente nueva, y vaya que se esforzaron en ello, primero en que usara palabras un poquito subidas de tono (ni tanto), luego en que trajera el cabello rizadito y todo. Voy a reconocer que no ubico bien si este es un capítulo local (de los mexicanos que se agregaron a la serie además de los originales argentinos) o si es de los que vienen en el libro original de Grinstein.


Pero bueno, entre peras o manzanas, hablemos del capítulo en sí: Cristina (Romo) es una oficial de policía de muchos años, que ha sido como bien se dice ahí, comida por el sistema, resulta que cayó presa de la mafia que existe entre muchos cuerpos policíacos en México, volviéndose una vendedora de droga y abusadora de menores que se aprovecha de su posición de poder para que le lleven chicos que son arrestados a su casa, donde no sólo les ofrece droga, sino que además los explota sexualmente; el problema con Cristina es que es un personaje lleno de una paranoia infinita, que por causa de la droga que consume, piensa que todo mundo la persigue, la vigila o sabe de sus negocios turbios.

Fracturada por esa paranoia, Cristina empieza a hundir a sus cómplices, siendo cada vez más obvia en sus tratos sucios, luciendo siempre nerviosa, sospechando de medio mundo, hasta de sus jefes; convencida de que alguien la vigila y que le han descubierto, sospecha del abogado de uno de los chicos a los que se lleva a su casa (Raymundo Capetillo), por lo que decide seducirlo y meterse en su cama para intentar descubrir qué tanto sabe de ella y de su grupo de compinches, pero no obtiene gran cosa más que meterse en una relación que le es intolerable.

Entre que los cómplices de Cristina quieren que deje el negocio porque se está volviendo una bomba de tiempo y que se siente presionada por sus sospechas, la pobre mujer se va deslavando cada vez más, quedando reducida a una cosa nerviosa, histérica y paranoica; el abogado le vuelve la espalda, también se la vuelven sus compañeros oficiales que están tan metidos como ella en el asunto de corruptela y delincuencia. Para no hacer el cuento largo, Cristina acaba por estallar, valiéndole poco todo lo demás y dejando en evidencia que ella fue su propio enemigo; la decisión de deshacerse del muchachito con el que está enredada y que esto acabe en una desastrosa ley fuga, hace que la cordura de Cristina se desmorone por completo.


Acorralada por lo que pasa a su alrededor y desesperada por la situación por la que atraviesa, así como convencida de que el abogado la traiciona y es quien le sopla al juez que según, la está investigando, Cristina enfrenta al hombre, lo acorrala en su casa y...

Es un capítulo que pretende dar suspenso y tenerte en la línea, la verdad es que está muy de pasada y ofrece más bien la oportunidad que dije hace rato: conocer una faceta completamente diferente de la Romo, que pierde su aire de bondadosa pelilargo, para volverse una corrupta drogadicta; ¿lo recomiendo?, pues sí, es entretenido y la historia está curiosa, deja muy en claro lo que un sistema enfermo puede causar en una persona honesta, como realmente sí te come le sistema en un momento dado.

Ahí para que le piensen a la hora de prestarse a algo ilícito, esas cosas acaban comiendo; en fin, le doy a este capítulo un merecido 9.0. Y nos vemos en el siguiente comentario.



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