"Una diva confinada a una silla de ruedas, ¡imagínate!"

Mónica tiene que vivir cuidando a su mamá, subiéndole y bajándola por toda la casa, peinándola, bañándola, llevándola a todos lados y sirviéndole sus comidas como su nutriólogo le dice, todo porque se quedó paralítica en un accidente que se supone fue su culpa; claro, pronto nos enteramos de que no fue precisamente culpa de la muchacha, sino que Beatriz iba conduciendo borracha y por eso perdió el control del vehículo (pero además hay que decirlo, en realidad no está paralítica, pero obvio le encanta sentirse aún más diva porque ni para ir al baño se tiene que mover solita).
Mónica aunque hija ejemplar aguanta todo la cuida sin rechistar mucho, empieza a frustrarse más cuando los cuidados de su madre le interrumpen sus estudios, pues intenta terminar la carrera de Derecho sin mucho éxito, a la par que lleva una relación con un compañero de clases, al que su mamá tacha de vago y probable ladrón.
A Beatriz y la presión que ejerce por su hija, así como el aire de menosprecio con que siempre la ve, hay que sumarle la presencia de La Beba, una amiga íntima de la actriz que es más latosa que la misma Beatriz, se la pasa visitándola y hablándole como si tuvieran veinticinco años y Beatriz fuera María Félix o cualquiera de las en serio, grandes; hay que decirlo, es tan cómico oírlas decir chistes de cine nacional, mencionar a Mauricio Garcés, hablar de Buñuel (con tantos fatales errores, ¡para dar pena!). Mónica va aguantando como puede, pero cuando Beatriz se cae intentando bañarse sola y acaba con una fractura de cadera, el asunto se pone peor, porque a la actriz poco le importa realmente su salud y apoyada por La Beba, organiza un pachangón con amigos del medio que la admiran.

Mónica no se da abasto, la fiesta es la gota que derrama el vaso y la mamá bebiendo martinis valiéndole que viene del hospital, así como La Beba presionando, sólo van preparando lo que viene a continuación; la forma como se degrada el personaje, la presión a la que está sometida, la interpretación de Irán Castillo, se mantiene casi al nivel de la Medina, que en serio, se la cree a cada paso que da como diva venida a menos. La tragedia se esconde en la cocina, donde tras romper un vaso sólo con presionarlo entre su mano, Mónica revienta, no hay otra opción, matar es el primer instinto y lo hace, cede como la cuerda que de tan tensa revienta... y casi se podría decir que no se le puede culpar.
Como en capítulos anteriores, no diré el final, lo dejo para que lo vean ustedes y se hagan opinión, vale la pena que lo vean y disfruten, porque la historia es buena y las actuaciones también; vale la pena que lo vean, vale la pena que se entretengan con esta historia que de tan trágica y terrible, acaba haciéndonos reír. Le doy un merecido 9.6, no es el capítulo más memorable, pero sí de los más divertidos y entretenidos, así que pasen, en YouTube seguro lo encuentran y luego me dicen, qué les pareció el asunto.
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