viernes, 12 de agosto de 2016

Poesía: ...guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura.

Mucho se dice que se puede morir de amor... No, la parte trágica del asunto es que no se puede morir de amor, realmente él no mata, puede matarnos todo lo que hay alrededor de él, pero el perderlo en sí, aunque sea como arrancarse un pedazo del pecho de un tajo y dejar la herida sin cubrir, sin sanar... no mata.

No obstante, son muchos los que pasan el desamor con cierto aire de valentía, con cierta ominosa entrega, no sin mucho desagrado de quienes los rodean y de quienes les sirven de paño de lágrimas y poco a poco empiezan a cansarse de ello... más que nada, de la necesidad y de la necedad de seguir ahí, sufriendo y viviendo el desamor a flor de piel (y muchas veces una flor que parece dispuesta a no secarse jamás).

Cuando hablamos de desamor, de dejar pasar, de dejar ir... lo complicado es enfrentarse a la realidad de no ser amado, de haber perdido lo que se añoraba... de quizá no haber gozado todo al 100 o quizá sí al cien, pero no al mil o dos mil.


De pronto el amor parece haber pasado de noche, aunque se le haya disfrutado a fondo, aunque se haya entregado todo, siempre queda la sensación de que no fue suficiente; así, son muchos los que emprenden el camino rumbo a curarse del amor, curarse de la compañía, de la ausencia, curarse de necesitar, de gozar y disfrutar...


Lo cierto, es que uno no se cura nunca cuando es amor del bueno, y la verdad es que no está mal... de hecho creo que es algo de lo más normal; podemos luchar por curarnos, pero al cura para el amor no deja de ser un remedio demasiado amargo, demasiado denso, demasiado doloroso... sí, es salir de un manicomio, de la locura y la desesperación misma, para poner directamente un pie en la fosa.

Podemos reunir todo el amor, todo lo dicho y deseado, podemos disponer todo lo esperado de una relación, acumularlo y darle una finalidad... la idea de la hoguera para mantener caliente a quien se ama, para abrigarle, para mejorarle...

Al final, incluso mientras se está desescombrando el corazón, y aún sintiéndose morir... uno sigue amando y amando mucho.

Y no, no se deja de amar así como así, ni reuniendo todo lo dicho, ni quemándolo, ni arrojándolo a la basura... porque se arroja lo de arribita, lo que oculta la esencia... pero el verdadero amor se queda ahí... estemos en manicomio o en panteón.



Espero curarme de ti
Jaime Sabines



Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de
fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible.
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me
receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana?


No es mucho, ni es poco, es bastante. En una
semana se pueden reunir todas las palabras de amor
que se han pronunciado sobre la tierra y se les
puede prender fuego. Te voy a calentar con esa
hoguera del amor quemado. Y también el silencio.
Porque las mejores palabras del amor están entre dos
gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y
subversivo del que ama. (Tú saber cómo te digo que
te quiero cuando digo: “qué calor hace”, “dame
agua”, “¿sabes manejar?,”se hizo de noche”… Entre
las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he
dicho “ya es tarde”, y tú sabías que decía “te
quiero”.)



Una semana más para reunir todo el amor del
tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú
quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No
sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para
entender las cosas. Porque esto es muy parecido a
estar saliendo de un manicomio para entrar a un
panteón.



No hay comentarios:

Publicar un comentario