Han pasado cosas buenas estos últimos días... entre ellas un par de descubrimientos que considero interesantes, liberadores... buenos. Porque no todo lo que surge de algo malo es en esencia malo, sino que a veces es puramente una bondad. Algo positivo, vamos a decirlo así.
Creo que las mejores cosas ocurren cuando de pronto, de la nada te das cuenta de algo, con asombro y sorpresa.
Es la parte buena de los descubrimientos, sólo ocurren y te toman de improviso.
Esta semana me sorprendí de pronto siendo plenamente consiente de que había olvidado, de que había estado durante días sin pensarle, de que no me acordaba de su existencia y fue una sorpresa grata y curiosa.
Grata porque pensarle nuevamente fue lindo, dulce incluso, curiosa porque fue liberador entender que no había estado pensándole con vehemencia, con esa sufrida desesperación de antes; así que para ser muy sincera y clara, se sintió bien.
Bastante bien.
Luego, me descubrí con un "Te quiero" en los labios, así, natural y fresco, no llegó a salir, porque creo que no debe salir todavía, porque podría ser abrupto, pero es grato saber que uno puede seguir conociendo personas a las que el corazón siente merecedor de una palabra de afecto así, una palabra sincera y fuerte; además, qué mejor para saberse vivo que sentir, que congeniar con otros, que avanzar.
Se siente muy bien saber que puede uno sentir y más aún, saber que aunque uno le diga al corazón que se vaya, que se guarde, que se contenga, este sigue intentando, luchando, insistiendo.
Porque él quiere vivir y ser mejor, porque desea avanzar y crecerse, volver a abrirse como una amapola...
Jajajaja, qué estupidez, ¿no crees?, sobre todo hoy, un día como hoy...
Sin embargo, tengo fe, me siento bien y sigo siendo plena y feliz.
Al final del día, siempre seré fiel a la idea de que es mejor luchar, inflarse de gozo y mejorar, crecer y tener fe.
Porque lo voy a decir, yo prefiero los corazones que intentan, y es mejor eso que nada.
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