viernes, 17 de mayo de 2019

"Sí señora, todos los niños son angelitos" (Mujeres Asesinas, México S03E11)

"Ser el elegido tiene su precio, deberías ofrecerle tu sufrimiento a Dios"

María, fanática


Acá hay un capítulo de esos que en serio irritan e irritan bastante, creo que hay pocos temas en la televisión que pueden crispar tanto a la gente como el homicidio de un niño... bueno, quizá sólo el asesinato perpetrado por un niño, tal vez;  así que encontrarnos con este capítulo en particular, hace que algunos nos sintamos muy incómodos. Esta es la historia de una mujer débil, o mejor dicho, de una niña frágil a la que le limitan sus opciones, una niñita pequeña que tiene un sueño, un sueño quizá absurdo, pero sueño al fin y al cabo.

María quiere ser monja, eso es simple, quiere estar cerca de Dios, quiere ser parte de su plan y compañía para su palabra, pero su madre, autoritaria y absorbente, ha decidido que no puede ser ese el rol de su vida, sino que debe ser algo muy diferente: ser una mujer más, casarse, tener hijos, llevar una casa y quizá, sólo quizá (aunque casi casi un hecho) sufrir por ello. Como toda mujer, como cualquier mujer, como mujer.


La historia es simple, esta mujer tiene dos hijos y se ha separado de su marido, pasa sus días afuera de la iglesia rezando y encomendándose a Dios, mientras sus hijos son medio atendidos por su madre, ¿por qué afuera de la iglesia?, bueno, porque su madre le prohibió entrar a la iglesia a hacer estupideces; a su hijo pequeño lo satura de mimos, lo mira con embeleso y veneración, denominándolo todo el tiempo ángel o bien: elegido, diciendo una y otra vez que su hijo es especial, un regalo de Dios destinado a una misión divina. Al mismo tiempo que chiquea a su hijo, lo viste con alas y lo hace ir a la escuela como un angelito, hay que sumar lo otro: a su hija la mira con desprecio, la trata mal y la minimiza, viéndola quizá como una forma de sí misma, un reflejo de lo que ella fue en su infancia, cuando su madre la torturaba alejándola de su deseo de ser monja y condenándola a ser esposa o madre.

Mientras su esposo abusa de ella y es claramente violento a su modo (no entiende que ella simplemente le marque distancia, porque son esposos y en teoría debe responderle como tal), María sufre buscando la forma de alejarse del pecado, que para ella es cualquier cosa: sus vecinos que se dedican a cosas poco castas, su madre que la reprende y obliga, su esposo que le exige mantener relaciones sexuales -y la somete para tenerlas-, su hija que no es serena, seria o respetuosa con su hijo que sigue siendo tremendamente puro y por tanto, el enviado de Dios.

La historia huele a desgracia, conforme avanzan los días, la presión va fracturando a María, al punto que ya la vemos correr a decirle a la maestra de la escuela de los niños que el demonio vendrá por el nene y que debe detenerlo, se le ve olvidándose de los niños, acusando a la hija con el marido de estar poseída, en fin, una cosa bastante escabrosa; pero el capítulo y debo empezar a hablar de mis impresiones, si no, no vamos a ningún lado: acá la historia y el resultado final es responsabilidad de muchos, no sólo de la loca de la fanática religiosa.

La maestra vio señales de preocupación, una madre que obliga a su hijo a usar alas porque es un ángel, es a leguas, algo anormal, sin embargo ni denuncia, ni previene, simplemente deja que sigan ocurriendo las cosas; el marido abusa sexualmente de la mujer, tan sólo porque es su esposa, la presiona y le dice que si quiere su dinero, su apoyo, le tiene que retribuir, además, lejos de hablar con ella, analizar lo que le ocurre, la ignora, la echa, jamás se interesa en verdad por ella hasta que ya es muy tarde. La madre de María (interpretada genial por Silvia Mariscal) nunca da espacio a su hija para ser lo que quiere ser -sí, así muy Barbie- por el contrario, descargó en ella todos sus traumas, desquitó en ella sus sufrimientos y la usó para vengarse del marido, independientemente de lo que pasara entre ellos, no había necesidad de que su hija, una niña de diez o nueve años recibiera toda su rabia.

María es víctima de su enfermedad mental, de sus traumas de infancia, siempre creyó que su padre había abandonado a su mamá por su culpa, por no ser su hija, además siempre le acompañaría la idea de que ser más cercana a Dios, habría remediado más las cosas y de que no poder ser monja, era causante de que el pecado viviera en ella y el demonio la rodeara; con la idea de que era más propensa al pecado que cualquier otro, María no permitía a su marido el que la tocara y se separó de él para conservarse libre de mancha, pero él la violaba a la menor oportunidad, así que sumen a lo anterior esta gran carga de estrés.

Así que sí, cuando su madre la confronta por abandonar a los niños en la escuela para pasar el día en la iglesia, por no darles de comer a tiempo, por llevarlos con ella al templo en un intento por mantenerlos "a salvo", la cosa se pone muy fea; de pronto su hija no es más una niña callada y sumisa, sino una pequeña de once o doce años que ya le contesta, que ya le pregunta y quiere saber, por qué mima más al niño, por qué no compra tales galletas, por qué no le cree cuando le dice que su hermano llora sin que ella tenga culpa de ello.

Y pues sí, presiona a un pobre animal indefenso al que tienes en una jaula que has estado sacudiendo los últimos días, a la que has golpeado, humillado y quemado... presiónalo y dime qué pasa. El desenlace del capítulo es por demás impactante, voy a reconocer que sí, una madre que primero asesina a su propia madre pensando que es el diablo y luego arremete contra sus hijos, porque piensa que una es una posesión y el otro es un ángel que debe subir al cielo... en serio, el mundo va de locos a locos.

¿Qué creo del capítulo?, para ser franca, es de los mejorcitos de toda la serie, bien hecho, frustrante, en serio, de esos que pegan de entrada por el tema, luego por lo bien hecho que está; Paleta tiene acá una de las buenísimas interpretaciones de su carrera, en realidad es un caso tan redondo, que uno incluso se olvida del insoportable DIEM, que acá sobra (y eso que intentan e intentan meterlos a calzador, en este caso llevando al médico forense a meterse en la búsqueda de la niña como si eso pudiera hacer que uno lo mire sobre a la protagonista), la trama es Paleta, sus hijos, su madre, nada más.

Así que le doy un 9.8, recomiendo que lo vean y créanme, es de los que levantan el nombre de la serie y la ponen por encima de la calidad de otras en el país; en serio, para recordar.

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