lunes, 29 de octubre de 2018

Hostal (Reseña)


Escuché mucho sobre esta película, mucho, pero verla es otro asunto; no estoy haciendo este comentario al verla por primera vez, sino que ya van un par o más de un par de veces que la veo, así que creo que ya la leí como se debe, o al menos lo mejor posible. Primero hay que decirlo: claro que es fuerte, es una película con un contenido para adultos muy elevado, desde los desnudos parciales innecesarios (en serio, a mí me parece innecesario ver tanta bubbie y no es que sean feas, se abuse de ellas o no sea grato mirar, tampoco que no le den un plus a la película, ¡se lo dan!, pero ¿tantas?), hasta las escenas de asesinato descarnadas, cínicas, crudas, la sangre abunda pero esto no es precisamente “gore” del que conocemos. Es diferente, sí vemos salpicaduras y borbotones, pero tranquilos, no es al nivel y pasión en que aquello se encharca, no, no se queda sólo en que hay la presencia como para empaparnos, aquí es para sentirnos pegajosos, esto es sangre más tejido, esto es sangre más un trozo gigantesco de carne que se te estampa contra la mejilla y cae de ahí con un “plop” pesado y acuoso contra el suelo.

Hablemos de datos técnicos. La película es de 2005 y es dirigida y producida por Eli Roth, a quien acompaña en la producción ni más ni menos que Quentin Tarantino, de hecho cuando uno hace memoria se encuentra con que era una de las primicias de los anuncios cuando salió la película, el apoyo del director de Kill Bill; con un guión del propio Eli Roth y una duración de 95 minutos, la cinta mezcla un montón de idiomas y se pase por lugares europeos un poquito venidos a menos por ser barrios muy bajos o medio aislados. En sí la historia es pegajosa porque es creíble, funciona porque su primicia es una más o menos conocida leyenda urbana y de ahí se desprende su vitalidad.

La trama tiene una premisa francamente simple: un trío de amigos viajan a Europa con fines más que nada “recreativos” o  para decirlo con más precisión, con fines muy pervertidos, al menos dos de ellos, porque el otro va más bien con la intención de olvidar a su ex; de los tres chicos, dos son americanos, amigos parece ser de toda la vida, el otro es alguien a quien se encontraron a medio camino y a quien deciden juntar en su parranda; mientras viajan por Ámsterdam consumiendo droga y visitando burdeles, conocen a un tipo que les promete mejores chicas, más fáciles y más hambrientas de sexo, así van a dar a un pueblo abandonado de la mano de Dios, donde a muy duras penas hay discoteques y bares, y en donde se hospedan en un hostal, compartiendo habitación “curiosamente” con las mismas tres chicas de las fotos que les mostrara el chico en Ámsterdam.

Ya ahí es para que se enciendan todos los focos rojos, porque cómo es que van a ir a encontrarse a las mismas chicas, que salen en todas las fotos y que parecen dispuestas a todo sin mesura alguna, vamos, hasta sin la más mínima precaución; es aquí donde puede uno empezar a notar las pocas fallas que tiene la película, por ejemplo, ¿por qué el sujeto que silba se mueve con tanta facilidad por el sitio de torturas?, ¿de plano es un millonario que compró, él solo, a todas esas víctimas?, bueno, son pocas en realidad, pero no son tan importantes la primera vez que se ve.

Creo que esa es la bondad de esta película, la primera vez que la vez es mega impresionante, en serio te estremece, tiene el toque de crueldad tan bien ajustado y tan abominable, que perturba a cualquiera y despierta un vivo y un real espanto en el espectador; todos hemos viajado, conocemos lugares distintos a donde vivimos, la idea de que viajar pueda acabar en una carnicería como esta, inquieta a cualquiera.  Luego está lo otro, no sólo podría pasarle a cualquiera, sino que muchas leyendas urbanas dicen que ha pasado, que es real y eso hace que uno se asuste más, porque luego por algo dicen que si el río suena, es porque agua lleva; acá no es agua precisamente, acá es carne, sangre y por lo visto, algo que lo vuelve peor: es un negocio redondo con una derrama económica de miles de dólares.

¡Ah!, porque hay que decirlo, la trama central es que la gente rica paga para poder matar a alguien, para hacer con esa persona lo que quiera, para destrozarle, torturarle, acabar con su vida; vemos a torturadores extremos: los que cortan, mutilan, cosen, desgarran, muerden, los que saben prolongar el hecho porque lo están disfrutando tanto, que quieren que dure lo más posible y están los que simplemente lo hacen duro, fuerte, extremo, pero rápido. La película es muy gráfica y compensa la crudeza con que muestra pechos desnudos con la fiereza con que muestra carne desgarrada, pechos abiertos, ojos que brotan de sus órbitas.

Voy a ser franca acá, como fanática del cine de horror, Hostal es un agasajo, tiene breves pero suficientes atisbos de comedia, incluso humor negro, tiene su parte emocional pero también la parte cínica, violenta, mordaz, abundan las escenas de tortura y asesinato, haciendo que cumpla muy bien su cometido y si te la han recomendado por terrible, es verdad, te hiela por dentro ver semejante monstruosidad porque es absolutamente posible; quizá es eso lo que más golpea al espectador, todo es posible, se sabe de gente rica que pagaría lo que fuera por cumplir un anhelo, es una trama reiterada en muchos libros y películas, donde los que tienen dinero se aprovechan de ello para ser lo peor de lo peor (pobres ricos, ¡cómo los satanizamos!).

Dos cosas quiero rescatar, primero el tema de Menudo en idioma desconocido (Claridad en ¿ruso?), luego que siempre, siempre, las víctimas de estas cosas son imbéciles cuya cabeza gobernante es la que tienen entre las piernas y arriba de las pelotas, –conclusión, críen a sus hijos para que les interese sí el sexo, pero también otras cosas, como las cartas, los libros, los deportes… ¡por Dios, háganlos leer o descubrir placeres más allá de una eyaculación!, porque con qué poquito se ponen de pecho para acabar ensartados en una estaca o quemados en un horno en la lejana Bulgaria–.

¿La recomiendo?, sí, por supuesto, hoy día es un obligado del cine de horror gráfico, explícito, véanla en una pantallota, con palomitas y rueguen por no sentir que se les viene encima el líquido amarillento producto de cortar un nervio ocular; ¿qué calificación le doy?, pues como ando de buenas y le reconozco la “originalidad”, voy a darle un merecido 9.7. 

Seguramente por este mes del horror, les va a encantar verla.

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