lunes, 12 de junio de 2017

Citando: Grinstein sobre no tener opción

Algunas personas aseguran que en ciertas ocasiones de sus vidas, no queda otra opción que llegar a extremos insospechados; dicen que el dolor intenso puede hacer que alguien reaccione de forma inesperada, que una gran pena lleva a acciones terribles, igual una gran soledad o un enorme sufrimiento. Así se justifica que lleven acabo actor terribles, que se defiendan con garras y dientes... que asesinen.

Bajo determinadas circunstancias, una mujer puede llegar al extremo de querer matar, de necesitar matar; pero no sólo es en situaciones extremas que lo piensan, sino también en momentos sin sentido, en lapsos de su vida en los que se dan cuenta, perciben, que no hay nada ya delante de sus ojos, que se acabaron las opciones, que no queda nada por lograr. Si las cosas van muy mal, algunas veces con las esperanzas por completo perdidas, asumen que todo irá de mal en peor y que si las cosas realmente no pueden ya mejorar, que sólo irán más en decadencia, no importa lo que hagan, de hecho pueden hacer lo que quieran, incluso delinquir.

Pierden toda clemencia, pierden toda piedad.

Y así, estas personas afectadas, dañadas:


"De alguna manera, (...) esperaban una oportunidad de la vida. Y cuando se les esfumó la esperanza por ser lo que de verdad querían ser, se abandonaron. Se dieron cuenta de que todo lo que estaba mal, seguiría estando mal. Intuyeron una línea directriz que las conducía a la desgracia. Matar, entonces, no tenía más significado que empeorar un poco las cosas." *

Así que no les extrañe encontrarse con situaciones así, descubrir gente que llega al límite de la cordura o de su resistencia, tampoco intenten comprender porqué han hecho esas cosas... sólo sepan que no tenían opción. O concluyeron que ya nada podía ir peor.


*Grintstein, Marisa, Mujeres Asesinas, 8va Edición, Buenos Aires, Sudamericana 2006, pág. 6

No hay comentarios:

Publicar un comentario