martes, 21 de febrero de 2017

Desde JJ con amor 11°: "Madre"

Además de artículos y reseñas, también se incluye en la página una sección en que podemos escribir uno que otro cuentillo, en lo personal me gustó mucho presentar este... aunque acá entre nos lo publique a destiempo, ya que no me tocaba a mí publicar ese día XD...

En fin, es un relato que hice con mucho entusiasmo, me gusta cómo quedó y creo que podría gustarles también, es algo que tiene que ver con la tierra, con el mundo, con la gente; después de todo, la tierra es nuestra madre y le debemos respeto... acá el relato:


Mientras esperan todos ansiosos el relato de ese día, Mico mira al vacío con cierto aire de lejanía, contempla las motas de polvo que resplandecen a la luz de la luna y de la fogata y se tiñen de naranja y blanco; aunque la espera parece dispuesta a alargarse, Mico finalmente se vuelve a mirarlos a todos y sonríe. Este es un día especial, un día en que le gusta mucho recordar lo que ha escuchado de tierras lejanas, la forma asombrosa como la garganta y la boca, la misma en todos los cuerpos humanos, puede darle al sonido diferentes y grandiosas variaciones; piensa en los rincones más apartados del planeta y con ello en cada lengua lejana, cada nueva voz que parece tan ajena, pero que es tan propia al mismo tiempo.
Finalmente se frota las manos y suspira con cierta emoción, mira al cielo y con los ojos llenos de la luz de la luna sobre sus cabezas, mira también la variedad de sus oyentes, sus propias lenguas que aunque “iguales” no lo sean y en un día tan especial como este, 21 de febrero, Día Internacional de la Lengua Materna, empieza así a narrar…


Madre
“…nami cahuí náhuaji
bosahua queni arihuá.”*
En la oscuridad de una fría noche salieron, todos organizados, pero no todos con plena consciencia de la importancia del momento, no era una tradición milenaria ni mucho menos, sólo un goce familiar de generaciones, su padre se lo había dicho y él había aceptado ir, intrigado por la solemnidad del momento; en la comunidad algunos criticaban aquello, pero para él, para sus hermanos, para su padre y tíos y en un futuro, para sus hijos, aquel camino, aquella salida era el símbolo de la familiaridad, la herencia se lo decía y ese día entendería al fin porqué; con las bandas apretadas entorno a la cabeza y los morrales cruzados por el pecho, emprendieron el camino silenciosamente, en una madrugada negra, de luna alta y estrellas que se arropan en la inmensidad de una sábana de universo.
Caminaba cuesta arriba, con los pies entumidos por la helada, la escarcha blanca que cubría la hierba se le pegaba a la piel morena como húmeda leche del cielo; podía escuchar el zumbar del viento entre los árboles, y a la lejanía, el sol iba asomándose por el horizonte, pintando las montañas de turquesa, amarillo y plata. Parpadeó y se dio cuenta que se había quedado atrás, contemplando las sombras que se delineaban abajo, en la comunidad, cerca de la cuesta, la hilera de hombres a la que pertenecía estaba ya avanzada y le sacaban varios metros de ventaja, una emoción desesperada le atenazó para que corriera y recuperara su puesto; mientras alcanzaba el hueco que iban dejando para respetar su lugar, miraba la piedra viva por donde corría y pensaba en la anterior escarcha que había estado decorando el camino, como una línea blanca que los guiara.

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