miércoles, 28 de diciembre de 2016

Mentadas: ¿Qué de malo tiene el tutú?

La gran mayoría de las malas experiencias y traumas infantiles tienen su origen en malas respuestas/reacciones de los adultos.

Hace ya bastantes años (poco más de 20, quizá), fui a una tienda con mamá y mientras ella iba de pasillo en pasillo me aparté de ella y me perdí, mamá vestía de negro porque alguien de la familia había muerto y yo la vi rápidamente del otro lado de la tienda escogiendo frutas; más tranquila por haberla encontrado fui dando saltos a alcanzarla mientras miraba por aquí y por allá y recuerdo muy claramente llegar hasta ella, sujetarla de la punta de su suéter y señalar hacia una parte del local diciendo "Me compras..." Pero cuando se volvió a mirarme, descubrí aterrada que aquella mujer no era mi mamá, ¡pero se veía igual!, vestida toda negro, con su cabello castaño claro rizado... ¡era mi madre un instante antes!; recuerdo mirar aquel rostro agreste, porque la mujer lucía muy molesta porque me acercara, yo ni siquiera había gritado o tirado mucho de su ropa, sólo había hablado pidiéndole algo y me miraba enojada (quizá más bien confusa creo ahora). 


Di unos pasos atrás sin saber qué hacer y hasta creo recordar que se me llenaban los ojos de lágrimas y se me hacía un nudo angustioso en el pecho, sí, lo confieso, a lo largo de toda mi vida he sido súper apegada a mi madre, somos muy cercanas e inseparables y en ese momento, entré en pánico.

Busqué a mamá corriendo y sí, la encontré ahí mismo, no dije nada, sólo me quedé pegada a ella como una lapa, pero aquella mujer duró años mirándome como a un bicho raro y molesto; y esas experiencias le dejan a uno marcado para mucho, muchísimo tiempo. De este talante va una noticia que leí hace unas semanas, es una curiosidad sobre un pequeñito al que le gusta usar tutús, y los usa sin absoluta malicia, con la inocencia de un nene de tres años que se quiere sentir brillante, fuerte y valiente y para ello, eligió los poderosos vuelos de un tutú; su madre se lo concede y familia y amigos le dejan ser él mismo disfrutando de su niñez llevando la armadura que él elija, pero la gente, el resto de las personas no suelen ser accesibles.

Hay quienes viven con prejuicios en sus mentes y andan por la vida propagándolos y siendo groseros y hasta crueles para conseguir que las demás personas los hagan suyos, porque uno de los grandes males de la gente prejuiciosa, es que quieren que todos los demás lo sean también, infunden odio y promocionan la discriminación, como si de la palabra de algún dios pagano se tratara; este pequeño ahora vive asustado, asustado porque un hombre rudo y malencarado gritó a su madre en su presencia y le tomó fotos sin su consentimiento, haciéndolo sentir inseguro, malo, diferente.


El tema se ha vuelto viral porque la madre del pequeño ha decidido luchar, ha decidido no quedarse callada, pero más allá de eso, pensemos en el trauma que se le ha generado a ese pequeño, en la inseguridad que ahora siente preguntándose todos los días si el hombre malo volverá, si va a señalarlo o sacarle fotos; ningún niño, jamás, ningún pequeño o pequeña merece ser tratado así, sufrir discriminación por una prenda, un juguete, una canción, porque son inocentes porque no ven nada con malicia, porque un adulto puede fácilmente abusar de un infante que muchas veces desconoce los alcances de la mente de un adulto. Un adulto al que le enseñan constantemente a respetar y a seguir, a escuchar y obedecer.

A mí parecer, cualquiera que abuse o agreda a un pequeño, es peor que una rata... la mentada se queda corta, la mentada es una nimiedad... la infancia, los niños, son la única esperanza de la humanidad.



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