viernes, 15 de abril de 2016

Música y Traslado VIII

En algunas ocasiones, lo que más podemos agradecerle a la vida, el tesoro más grande de nuestra existencia es algo que no podemos tener; algo que debe andar por el mundo, mirando, oyendo, respirando, viviendo, siempre fuera de nuestras manos, alejado del cajón seguro donde podemos guardar objetos adorados.

Lo más amado de la vida de las personas, suele ser algo que es imposible guardar bajo llave para su protección; es algo que debe estar libre o dejaría de existir. Así pues, parte de saber amar ese objeto, esa persona, ese don de Dios, es aprender a apreciarlo como es; miramos el arco iris con atención, lo valoramos y admiramos, pero nos es imposible echarlo dentro de un saco y guardarlo en el armario para que nadie más lo mire.


Lo que uno más ama, es algo que necesita viento bajo sus alas, arena bajo sus pies, merece sonreír y cantar, merece caerse y aprender a de eso levantarse, a continuar; al mismo tiempo, amar y tener algo preciado es también entender, que no necesariamente es una relación recíproca.

Habrá ocasiones en que lo amado no puede amarnos a nosotros, en que ese ser decide poner sus ojos en alguien más, amar en otras manos y dedicarse a otro corazón; no por eso merece ser menos apreciado. El amor es de uno, depende solamente de lo que nuestro corazón siente, amar es respetar al otro incluso cuando ese respeto signifique entender que no puede pertenecernos, o correspondernos; pero aunque podamos ser muy lúcidos en estas ideas, aunque entandamos y el corazón asuma la realidad de situaciones como esta, no es sencillo, para nada sencillo vivirlo.

Existe el celo, la angustia y la tristeza, existen todas esas emociones que uno no puede controlar y sumada a esas, existe la aceptación del hecho; y la admiración de aquella persona que ha resultado más merecedora del tesoro de nuestras vidas. Quienes lo han vivido lo saben, estás ante la pantalla de tu vida, viendo aquello a lo que debes felicidad y asumiendo que no eres la suya, estás ahí mirándole y no puedes sino pensar:


¿Quién será tan afortunado para ganar ese corazón?

Esa persona existe y no queda sino motivarle a ganárselo...

Porque sabemos cuánto vale ese corazón... cuán grandioso es...

y que merece la felicidad.

Porque por eso amamos a un corazón hermoso, y un corazón hermoso sólo merece ser feliz.

Ama.

Y punto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario