martes, 2 de diciembre de 2014

Irónica Revelación

He de narrarles la historia del día de hoy, porque me ha dado con un poco de verdad de la vida en la cara, directo en la cara como una bofetada placentera, reveladora y divertida; el día de hoy mientras me disponía a darme un baño, me dirigí a la ducha cargada de ropa hasta el tope, ya saben, hace frío en exceso y si no salgo bien abrigada con lo "delicada" que soy, me da algo, así que iba con bastante ropa en brazos, en la parte superior llevaba mi teléfono celular y al entrar al cuarto de baño, me entretuve unos instantes liberando espacio para colocar mi ropa y lo demás sobre una mesita que se encuentra tras la puerta.

El asunto no tendría la mayor relevancia, de no ser porque al volverme hacia el retrete, descubrí una fuga, por lo que me incliné hacia ahí para acomodar la palanca y que el agua dejara de escaparse; sí, soy una persona poco cuidadosa y sí, fue un momento de mala suerte, mi celular, un Nokia E72 se deslizó al inclinarme y se fue... ¡oh sí!, se fue directo al wc, donde cayó con todo su peso.

Confesaré que permanecí por un segundo absolutamente inmóvil mirando mi teléfono hundirse en el agua y cuando mi cabeza hizo la conexión necesaria, recordé que tenía que salvarlo... ¡era mi teléfono, mi segunda mano, mi otro cerebro!


Pero lo peor no era eso... metí la mano en el agua, saqué el aparato lo más rápido que pude y lo sacudí, le saqué a tirones poco cuidadosos la funda y extraje de ahí, justo entre la ella y la tapa de la batería de mi celular una notita hecha a mano, en un pedazo de hoja blanca mal cortado... una notita que, escrita con mi letra apresurada, guardo en ese sitio celosamente para tenerlo siempre conmigo, siempre a mi lado. Se trata de unas líneas que el amor de mi vida me escribió hace unos años, cuando nuestro idilio comenzaba, por aquel entonces yo recién aprendía a usar las nuevas redes sociales y no sabía que se puede hacer respaldos de las conversaciones que uno mantiene en ellas, así que cuando me dijo todo aquello, yo lo guardé en lo único en que confío plenamente: papel y tinta.

Antes que secar mi teléfono, antes que rescatarlo y quitarle la batería o la memoria o la tarjeta SIM o desarmarlo o lo que fuera, yo tenía que rescatar aquello; no lo pensé, sólo lo hice, saqué la nota y corrí a desdoblarla sin lastimarla, no quería que se perdiera nada, ninguna letra, ninguna línea, tenía que conservarla intacta, como estaba, porque no tengo respaldo en ningún otro sitio de ese trozo de inspiración, de romance... de amor.

Una vez que confirmé que la nota estaba a salvo, que la tinta no se había corrido y que le había rescatado, volví al celular; entonces, mientras lo desarmaba, quitaba la memoria, la batería, la tarjeta, mientras lo secaba con cuidado con una toalla para después llevarlo al técnico, sólo entonces caí en la cuenta de que dentro de ese artefacto electrónico hay tantos o más recuerdos como lo es aquella nota. Descubrí y recordé que en mi celular está por decir algo, el 90% de mi situación emocional y familiar de los últimos años y que si perdiera a ese pequeño aparato, definitivamente perdería demasiado. Pero claro, ¡aún tendría mi memoria!

Así que hoy, luego de visitar al técnico y de que éste le aplicara productos y procesos para secarlo, de que él mismo lo probara en sonido, micrófono, pantalla y demás y de que confirmáramos los dos que sólo tiene un par de manchas en la pantalla, y aún así dejarlo en arroz para el resto de esta noche, sólo para asegurar que todo esté bien, he recuperado algo de tranquilidad, pero no la calma; necesito respaldar todo eso, ahí dentro hay evidencias, líneas, fotos, vídeos, audios de cosas que aunque estén en mi memoria, me gustaría tener a la mano de una forma digamos "palpable"... así que sí, necesité algo así para comprender que no podemos depender de la tecnología, pero que sin embargo nos sirve enormemente para tener siempre cosas elementales a la mano.

Definitivamente nada, NADA JAMÁS NUNCA se comparará al valor que tiene esa nota, esas líneas que una vez me dijiste y que no pienso, no estoy dispuesta, NO DEJARÉ que se pierdan... no me arrepiento de haberles salvado antes incluso que al teléfono mismo, es justo lo que tenía que hacer... Dios... cuánto no valen las palabras, cuánto no llenan unas líneas... cuánto no prometen y cuánto no aseguran y confirman... el sentimiento es pesado mil veces más que cualquier otra cosa en la vida y sentirse pleno y completo como me siento yo en la vida gracias a ti y a todo lo que hay a mi alrededor, es el éxito más grande con que Dios pude bendecirme.

Esta experiencia me ha servido para recordar lo breve que es todo, lo fugaz de la vida, la facilidad con que puede uno perderlo todo, en un parpadeo... porque nada es eterno y sin embargo tenemos tanto y no lo pensamos todo el tiempo, no nos damos cuenta... Gracias, Dios... con celular o sin él, lo que hay en mi memoria es suficiente para saber que sigo siendo increíblemente afortunada... y que no necesito nada más, porque todo, ABSOLUTAMENTE TODO lo he tenido ya...

... y a sonreír.


No hay comentarios:

Publicar un comentario