martes, 5 de agosto de 2014

Mentadas: El final opuesto del arcoiris...


Qué ironía que el símbolo o uno de los símbolos del movimiento LGBT sea una bandera muy del tipo arcoiris... el arcoiris, el camino dorado hacia un tesoro inconmesurable o eso es al menos lo que prometía el cuento aquel, la verdad para muchos, no es tan colorida, tan alegre y mucho menos, tan dulce y plena como el cuento sugería; hace algunas semanas surgieron las notas amarillistas en muchas ocasiones, pero tristemente reales de lo que estaba pasando en Uganda, del cómo el gobierno estaba cayendo con todo su peso sobre una minoría, una comunidad herida mundial e históricamente hasta alcances catastróficos, veíamos cómo se declaraban abiertamente contra la comunidad gay y como, así, sin pensarlo y sin consideración, se amenazaba a los involucrados con condenados a Cadena Perpetua por "Homesexualidad Agravada".


"Homosexualidad Agravada", "Ayudar e instigar a la homosexualidad", cadena perpetua y siete años de cárcel respectivamente por estos delitos, delitos que allá en Uganda pueden sonar lógicos de boca de quienes los definen y quizá, hasta en sus mentes están catalogados así, pero acá, acá donde cada día la apertura y la aceptación crece rápidamente, ver estas notas nos provoca incluso náuseas; da tristeza enterarse de que en este mundo, el mío, el de ustedes, pueda haber personas que piensen y actúen así, sembrando tal discordia, dando pie a semejantes actos de barbarie y vejación contra iguales.

¿O es que acaso porque me gusta más el helado de fresa frente al de vainilla, merezco estar tras las rejas?



Vivimos en un mundo plagado de gente tan diversa, colores de piel variados, formas de pensar que van de un polo al otro, extremistas y cambiantes como piel de camaleón; vivimos rodeados de personas que disfrutan de todo lo que el planeta nos da y que se permiten ser libres, creer lo que quieren, sentir lo que quieren, hacer lo que quieren. Es verdad, muchos se entregan a esa locura del "hacer lo que quieren" dañando a los demás, modificando la vida de muchos, ultrajando los derechos de otros, pero hay grupos, como la comunidad LGBT, que no causan daño a nadie, que simplemente quieren y piden el respeto hacia sus deseos y sus preferencias... y en países como Uganda, los están tratando peor que a secuestradores, ladrones o asesinos.

Parte del ser humano, parte del ser social es precisamente el ser diferente a los demás, el tener consciencia propia, razón propia, ideas propias; puedo ser católico, musulmán, ateo, o puedo ser priísta, predista, panista, etc... pueden gustarme los gatos más que los perros o la sopa de codito más que la de fideo, pero en eso radica mi personalidad, mi forma de ser y con ello la variedad del mundo y la libertad que me da Dios o el Universo para amar y creer lo que quiera, siempre y cuando respete la vida, el ritmo del universo, siempre y cuando respete a los demás.

Criminalizar lo que uno siente, criminalizar la cosa más gloriosa que tiene el ser humano, el amor, es el primer paso hacia perdernos; el respeto conlleva la aceptación de las diferencias del otro, el saber convivir con ellas, aceptarlas, quizá no compartirlas, pero sí entender que cada quien puede elegir de qué lado de la acera quiere andar.

Es de preocupar que eso está pasando del otro lado del mundo, sobre todo cuando en México, somos tan dados a copiar lo que vemos en otros rincones... no sea que se nos pegue; por lo pronto, a esperar que la comunidad LGBT de Uganda logre quitarse esos yugos, se libere y haga entender a sus conciudadanos que lo que se necesita no es imponer reglas para controlar una variante en la forma de pensar o sentir, sino que lo que se necesita es educar a las nuevas generaciones y a las viejas, para no ver con malos ojos lo que no pueden entender del todo.

Lean estas dos notas, para que sepan un poco más sobre el tema del que les hablo.



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