miércoles, 7 de agosto de 2013

Estoy aquí... mírame



Tengo dos perros, Terry un pequeñito french de dos añitos, tiene unos ojos cafés lindísimos, gusta de jugar a la pelota más de lo que le gusta comer o tomar agua, tiene lunares a reventar y una tendencia a ser posesivo conmigo que hasta a mi madre le molesta a veces; Shadow es un bebé de diez meses metido en el cuerpo de un animalote de quince kilos, negro como la noche misma, amoroso hasta el punto de llorar cuando quiere un cariño y torpe a limites hirientes (literalmente). Mis dos pequeños son adoptados, a Terry lo obtuve en un albergue en donde me lo entregaron siendo un bebé (y una bolita de pelo) de dos meses, a Shadow nos lo obsequiaron de apenas un mes, lo criamos y lo cuidamos entre desvelos y demás.

¿Por qué les cuento esto?

Adoro a mis perros y soy de las que ve uno en la calle y siente ganas instintivas de acariciarlos y ver si comen bien, me gustan los perros, son seres fieles y dulces al igual que los gatitos; penosamente hay muchos, muchísimos perritos que no tienen hogar, que vagan por las calles y sufren de hambre, frío y enfermedades. La conciencia es la única herramienta real para favorecer a esos inocentes animalitos, no te pido que adoptes porque no todos tienen las posibilidades, pero sí te pido que ayudes.


Difunde este vídeo, colabora con los albergues que existen cerca de ti, son fáciles de localizar en redes sociales; apiádate de los animalitos que encuentres, dales alimento, asilo temporal o busca a alguien que pueda acogerlos, si no puedes hacer eso, al menos no los maltrates, no los eches como a apestados ni los golpees sin razón. 

Hace algunas semanas, mientras iba camino a la ciudad de Aguascalientes a un concierto, me encontré en plena carretera con un perrito herido; estaba ahí, echado sobre el carril derecho, mirando a todos lados, totalmente aturdido, alguien lo había golpeado con su auto y por suerte (o desgracia pensarán algunos) no lo mató. Orillé mi auto a varios metros y volví corriendo hasta él, es muy curioso, antes de que yo lo viera varios autos pasaron casi rozándolo, sin arrollarlo por milagro, desinteresados de aquella vida sumisa y débil que esperaba sin saber a que le mataran; pero cuando yo me bajé y me puse a orillas de la carretera e hice señas a los autos para que lo esquivaran, todos los vehículos redujeron su velocidad e incluso uno se detuvo del todo y permitió que yo subiera a la carretera para bajar al pequeñito.

Era un cachorro de largo cabello café, tenía su hocico sangrando y había marcas en el asfalto de que había girado un poco, cuando lo cargué, plantó sus ojitos en mí; yo podría decir que llenos de agradecimiento, pero quizá sólo estaba impregnado de paz y calma. Subí al pequeñito a mi coche y lo llevé donde una amiga veterinaria, quien le dio una revisada y de paso le consiguió un hogar, el perrito está bien y vive tranquilamente.

Ellos obsequian todo su amor hasta en la más mínima mirada o en el más sutil roce, merecen un poquito de respeto y consideración. Mira el vídeo, comparte, ayuda, comprométete.

Brinda también tú un poquito de amor.




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