sábado, 18 de mayo de 2013

Crónica de un viaje: Oaxaca Parte I


A finales del mes de febrero se le metió a mi madre en la cabeza que debíamos hacer un viaje, brevemente les comento que recién se ha retirado de su trabajo, se desempeñaba como miembro administrativo de una escuela y tenía ahí poco más de 30 años, por lo que su retiro a significado gran cosa para todos; ante la decisión de mi madre, mi hermana mayor sugirió que nos fuéramos a Oaxaca y ni tarda ni perezosa la otra de mis hermanas (que trabajaba hasta antes de casarse en una agencia de viajes y que recién había visitado dicha ciudad) nos consiguió un mega paquete para irnos todas. 

Así mi hermana aprovechó sus vacaciones de Feria (en Aguascalientes no hay vacaciones de Semana Santa, sino que se recorren hasta coincidir con la Feria de San Marcos) y nosotras, mi tía y yo, tuvimos que meter permisos económicos para podernos ausentar de nuestras oficinas; en miras de no hacer más extensa la explicación logística, diré que nos encaminamos a Aguascalientes, tomamos nuestro vuelo madruguero (5:00 am para documentar equipaje y salida del avión a las 6:00).






El vuelo fue tranquilo y ameno, aunque tuvimos que literalmente correr para alcanzar el avión a Oaxaca, nuestra llegada a dicha ciudad no tuvo mayor contratiempo y dejamos el equipaje guardadito en el hotel, para dedicarnos a dar una primer vuelta por la ciudad; nos llevaron primero a comer a un lugar muy típico en el Mercado Democracia: "La Florecita", un sitio acogedor como suelen ser siempre los mercados en México; si usted no es de por acá y medio le suena raro el asunto, le diré que si va a algún sitio en mi país, prefiera primero ir a los mercados y buscar ahí comida, que en los restaurantes caros de corte turístico que luego abundan. La gran ventaja de comer en los mercados, es que se come rico, limpio y barato, además de que se tiene mayor y mejor contacto con las cosas más típicas de la región; ahí en la fonda "La Florecita" se me ocurrió pedir algo que yo ni conocía, ni había oído mencionar antes: 


Una Tlayuda.


¡Santo Cristo Redentor!.... cuando me llevaron semejante cosa... bueno, que yo traía mucha hambre y empecé a comer, pero al terminármela casi estaba que tenía que desabrocharme el pantalón para no exponer a alguien al temido y siempre violento botonazo XD.


Dos cosas: La Tlayuda es nombrada por algunos como la "Pizza Oaxaqueña", es una tortilla grandísima muy delgada que se deja tostar un poco, se recubre con frijol con epazote (negro, me parece) y se condimenta con queso, muuuuucho queso, salsa, aguacate, jitomate y a veces tasajo o bien chorizo, según el gusto; si usted va a Oaxaca y pide una Tlayuda, pregunte primero el tamaño, para que no se vea luego en la necesidad de querer salir corriendo cuando ya no pueda terminársela.

Luego de comer nos dirigimos a recorrer los lugares más turísticos, Oaxaca, o mejor dicho, su centro histórico es pequeñito y prácticamente todo queda a distancias andables; como dato interesante, Zacatecas es un estado en donde la cantera que se usa para las construcciones es amarilla o rosa, en Oaxaca ¡es verde!

Es preciosa, catedral tiene sus muros verdosos y cuando llueve (como me tocó ver un poco), la roca se pone de un tono esmeralda divino... pero ya les hablaré de Oaxaca un poco más en la siguiente entrega :P

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