domingo, 25 de enero de 2015

Crónica de un viaje: Al sur de un jalón I

Debo confesarles que soy una persona que viaja muy poco, en realidad soy bastante hogareña, me gusta pasar mis vacaciones en mi casita leyendo, viendo películas, oyendo música, etc., es por eso que cuando tengo la oportunidad de hacer un viaje largo, pues le pienso o lo realizo sólo si tengo causas de fuerza muy mayor; no obstante e irónicamente me encanta conocer lugares nuevos, una vez que me acostumbro a la idea del viaje, lo disfruto mucho, es decir: mi problema es salir de mi casa y decidirme a viajar, porque una vez que me encuentro en un lugar y con compañía que me agrade, el viaje es la cosa más genial del mundo XD.

Esta es la primera parte de mi relato sobre el reciente viaje que hice al Sur (ni tan reciente, fue a principios de 2014), primero que nada, vivo como saben (creo que saben o.o) en Zacatecas, justo en el punto donde el estado se une a Aguascalientes, por lo que saltar para la capital de ese estado es facilísimo, igual que saltar a la capital de mi estado; así pues, la noche del 16 de Abril y aprovechando las vacaciones de la semana mayor, mi madre y yo nos dirigimos a tomar nuestro autobús con rumbo a un viaje de 10 días por diversas ciudades y poblaciones renombradas del sur del país, teniendo como principal destino, Cancún, Quintana Roo. 


Para comenzar diré que el viaje pintaba de lo más folclórico, mi madre y yo acompañando a un grupo de compañeros de trabajo, amigos y conocidos de nuestro lugar de origen, 10 días en autobús disfrutando (y sufriendo) de la compañía de un montón de personas que conoces de comidas, reuniones y jornadas de trabajo y que, por consiguiente, en otras actividades le son a una del todo desconocidos; la salida de nuestra ciudad fue una odisea, primero subir las maletas que, como ya saben, suelen ir atiborradas de ropa que al final uno no usa. Acomodarlas entre otras tantas maletas de gente que arroja "a la buena de Dios" los equipajes, esperando que a la llegada todos estén organizados magistral y mágicamente para sacarlas con la facilidad con que se saca un guante.

Mientras viajábamos toda la noche hacia la Ciudad de México, me iba yo haciendo a la idea de las visitas principales para ese día: Teotihuacan, Basílica de Santa María de Guadalupe (donde además había planeado encontrarme con un buen amigo), Museo Nacional de Antropología e Historia y Museo de Cera de la Ciudad de México; pese a que parecía que el asunto iba a ser fácil y sencillo, no resultó así. El problema cuando viaja uno en autobús y en grupo, es que depende de los demás para los horarios, para las comidas, para las paradas... en fin... no es tan cómodo como sería viajar solo o con algunas pocas personas, como en los viajes familiares.

Teotihuacan, que yo no tenía el gusto de conocer, me pareció de lo más bello, mi madre y yo paseamos por la zona arqueológica, me animé a subir a una de las pirámides, vi a la venta algunas artesanías, compré otras tantas (me arrepentí de no comprarle a mi consen una de esas "arpas mágicas" que venden por ahí), caminamos mucho y a correr, porque había que llegar al Museo de Antropología e Historia; para esas horas fue cuando me enteré del fallecimiento de Gabo... así que ya saben más o menos para qué fechas andaba yo de viaje, creo que fue algo que me impactó porque justo andaba yo en la Ciudad de México y él moría ahí... en fin.


En el museo sufrimos el primer altercado del viaje... ¿sabían que el INAH no permite que nadie, PERO NADIE, NADIE, que no pertenezca a ellos, dé explicaciones dentro de los museos?... en pocas palabras, si no pagas uno de sus guías, no tienes derecho a que se te expliquen cuestiones históricas de lo que hay en los museos... así que vilmente nos echaron de ahí, porque el maestro que organizaba el viaje, se atrevió a darnos una explicación de cómo era Teotihuacan en la super maqueta o porque intentó darnos los pormenores del calendario azteca... en fin.


Acabamos el paseo del día en el Museo de Cera... y ¿adivinen quién estaba sentado a la entrada esperándonos?



Pues sí, fue un primer día accidentado... en la Basílica el amigo con el que me vería se perdió, nos vimos por escasos minutos (que aprovechó para tomar fotografías en que salió siempre con una jeta... ¬¬), como algunos de los del grupo se atrasaron en la comida, nos perdimos de la bendición que íbamos a pedir en la iglesia; luego del Museo de Cera nos dividimos para comer, mamá y yo no encontramos nada que nos gustara en muchas calles a la redonda y al final acabamos en un puestito de tacos que, ¡alabado sea Dios!, no nos hizo daño... para dormir el asunto se puso complicado y entre que nadie se callaba y todos querían detenerse al baño... uff...

Más del viaje, en la próxima entrada :P

No hay comentarios:

Publicar un comentario