En cuestiones de existencia uno puede decir que se pertenece a sí mismo, pero habrá momentos y facetas de la vida en que eso sea falso, en que se siente que es diferente y que al mismo tiempo, aunque parezca malo, es lo más increíble y fascinante que hay; uno puede pasar, en una broma de la vida o bien en un estornudo del destino, a ser de alguien más... pertenecer a otro... cuando se está en punto de goce, es lo más extraordinario que hay... cuando se está en punto de pena, es realmente triste.
Pertenecer a alguien (pareja, amigos, familia) significa que se han dejado caer todas las barreras y todos los muros, decirle a alguen que eres suyo es entregar la confianza, la fe, la vida, la estabilidad y abrir una puerta que difícilmente vuelve a cerrarse; cuando hay que volver a poner los muros (en los casos de las relaciones de pareja), cuando hay que recuperarse y dejar de ser de alguien, primero debe uno recomponerse, poner las piezas en su sitio, cambiar la forma, reconstruirse y eso a veces cuesta demasiado trabajo.
Estar del otro lado, decirle a alguien "Mío/a" es un placer inconmensurable, cuando puedes susurrar al oído de la persona que quieres esa palabra y sonreír y verle sonreír, es lo más precioso que puede ocurrirte, te llena de alegría, te emociona, te hace sentir pleno; la posesión del otro y la pertenencia al otro no implica el dominio, el control o la manipulación...
En el amor no hay ni dominio ni control o manipulación, en el amor hay pertenencia y posesión, pero ambas en la línea de lo sensible, de lo entrañable, en las inmediaciones de la ternura, del conocer al otro y dejar que le conozcan a uno, del permitir que entren en lo más profundo de nosotros y contemplen el verdadero color que llevas a cuestas, por dentro.
Cuando el otro puede verte llorar y sabe tus dolores, cuando el otro conoce tus verdades, tu pasado y tu presente, así como lo que esperas del futuro o lo que anhelas del mundo, estás en su posesión, pero también él te pertenece; amar es quitar las corazas.
Amar es pertenecer y poseer en igualdad de condiciones.
Posean y pertenezcan.
Amen y la vida se verá más como es:
MILAGROSA
Y cuando sea el momento de soltarse, suéltense, pero no pierdan la pertenencia, dejen de poseer, pero no de querer; vale la pena conservar a aquellos que amamos, sobre todo a los que hemos amado hasta la profundidad de la pertenencia y de la posesión...
A esos no hay que perderlos, porque cuando uno le muestra el color verdadero de su interior a alguien, ese color, ese interior, se queda también en el otro y nos volvemos más iguales, más unidos...
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