como para saber que estas
no son las huellas del amor."
Irma de los peces
Tercera temporada y final, empezando con un capítulo bastante curioso, pero también tengo que decirlo, quizá la temporada que ya anunciaba desde su comienzo que no habría más... empiezan los casos a ser algo cansinos, más no sé si por el manejo de las historias (que pareciera ser la misma en muchos casos, sólo con caras distintas) o la dirección de los capítulos, pero bueno, acá tenemos uno más; así que vamos a ponernos con el capítulo y ya luego veremos qué onda con lo demás, primero lo primero, el capítulo.
Irma es una ama de casa que estudia en la universidad y que además tiene un esposo geniudo y además viejo (no mucho pero sí, viejo), uno se pregunta de primer momento porqué se casó con semejante monstruo (Alejandro Tommasi); el sujeto la humilla cada vez que puede y la presiona para que deje de estudiar bajo el argumento de que ya había dejado sus estudios para estar y dedicarse a él "por amor", según insinúa. Ahora, Irma está entregada a su marido, a sus estudios y a una obsesión medio curiosa relacionada con su empleo: los peces; tiene peceras en su casa y se siente relajada y más segura cuando está con esos silenciosos y placenteros animalitos. Ella asegura que la hacen sentir acompañada, así que trabajaba en un acuario y además tiene a sus animalitos predilectos en casa; el marido no sólo la controla en todos sentidos y tiene cambios de humor en serio escalofriantes, sino además la cela con los compañeros de la escuela y llega al punto mismo del abuso sexual.

Irma tiene que ver cómo su posibilidad de mejorar se va, el acuario de su patrón le es ofrecido para trabajarlo, pero ante la negativa de su esposo que asegura no tienen con qué vivir si ella deja su trabajo y además se embarcan en aquel "riesgoso" negocio, la pobre tiene que dejar ir su sueño, entre eso y la imposibilidad de tener hijos (porque el marido además de todo, no quiere buscar la posibilidad de que tengan familia), la pobre no da una; así pues tenemos el acabose, nuestro adorado Alfonso no llena con violarla, no llena con golpearla, llamarla estúpida, evitar que estudie haciendo luego parecer que es ella la que toma las decisiones, no, eso no es suficiente, así que decide en un arranque de máximo odio, ir y tirar la pecera de Irma y matarlos a todos, matar a todos sus peces.
La verdad es que si a mí mi novio en turno me hiciera todas esas cosas y de pilón me hubiera matado a mi Terry... híjole, creo que también me habría convertido en una Irma, así de simple; así pues, Irma, interpretada por Jaqueline Bracamontes, agarra sus medias de seda, sí, esas que su marido le daba de consolación luego de cada violación y golpiza, las rellena de piedras de la pecera y va y visita a Alfonso a su área de trabajo, ahí, junto a su piano, donde le propina nada más unos tres o cuatro golpes directo a la cabeza... en una de esas, con eso se le fue lo amargado, digo, quizá.
¡Ah, la liberación!, qué curiosa secuencia la de Irma envolviendo a sus ahora pescados en periódico, para luego sacar de su cajita roja elegante y de regalo, las medias con las que va a asesinar a su marido; la sentencia más fuerte no es la de la prisión, tampoco la de saber que había matado a su esposo, creo que la mejor y más dura sentencia es la de no volver a hablar; aislada por completo, metida en su pecera de rejas, Irma se condena a sí misma a purgar lo que pudo haber ella misma salvado con algo de más valor, si hubiera hablado antes, no estaría ahora presa. Eso no.
¿Es un buen capítulo?

Los espero en el resto.
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