Bienvenidos a esta nueva emisión de esta no tan nueva sección, vamos a ver, el día de hoy les traigo unas historias de Potterfics que creo que deben leer, en lo personal, son de esos textos que leí, que me gustaron y que, aunque no comenté en su tiempo y en su forma, tengo en la memoria como parte del historial de esos autores; a los dos tengo el gusto de conocerlos, no en persona, no muy de cerca, pero los he visto ir evolucionando, nos hemos encontrado repetidamente y por eso, me tomo la libertad de venir y comentar sus historias. Como siempre, la intención es recomendarlos, son autores con muchísimo talento, instinto para las letras y lo mejor de todo: disciplina e insistencia, ganas de seguir, ganas de continuar, ganas de crecer; lo que aquí comento no es ni por mucho una clara evidencia de su obra, pero es algo para que los vayan conociendo.
Así que bueno, me atrevo a hacerlos pasar por aquí, con la esperanza de que los comentarios vertidos en el presente, les sean útiles; como siempre, con toda la buena intención del mundo y con la admiración propia de la colega en crecimiento. Opiniones personales, por supuesto, sin fines de lucro, por supuesto (a menos que quieran pagarme, cosa que jamás se desprecia).
Lo Bueno: Él no tiene la culpa Antes que nada, necesito decir dos cosas elementales sobre este texto de Dan 19: 1.- Está casi impecablemente escrito (digo casi, porque en algunos momentos es muy cansina la repetición del "adorable", o del "perfecto" en todos sus derivados, vamos, que no me la trago de Cedric) y 2.- Es muy breve y parece ser, ojo, este es mi sentir, que el autor tiene la idea de que un texto breve, debe, por obligación, tener párrafos en su mayoría breve, cosa con la que discrepo mucho.
Comprendo, una vez que se lee el final, cuál es la intención de hacer el texto tan castrosamente cansino (porque vamos, al menos a mí, los libros de la Meyer me parecen así cada que hablan de "Don perfectamente follable a todas horas" Cullen), pero aún así... vamos, el texto me causa escozor sólo de ver tanta, pero tanta, pero tantísima pedantería para un personaje que NO LO ES dentro del universo pottérico; es decir, sí, era guapo, sí tenía su fama, sí tenía a todos mirándolo y adorándolo en medio del Torneo, pero no llegaba al punto de las cremitas y esas cosas, ¡Por Merlín!